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    Cynthia Santamaría, aplicada para la vida

    De presencia fuerte y resuelta, Cynthia Santamaría ha corrido una carrera discreta pero contundente en el área de turismo -aviación, específicamente- y las relaciones públicas; y se mueve con facilidad en dichos ámbitos en nuestra extensa y atractiva geografía quintanarroense

    Opinión

    Nació en la Ciudad de México (CDMX) en 1970 y pasó sus primeros años en el área de Satélite. “Vengo del Colegio Moderno Tepeyac. Teníamos una posición bastante cómoda, hasta que mis papás se separaron”. Llegaron a Cancún en el verano del 80, a invitación de una tía. “Fue impactante; entre julio y agosto de ese año, nuestra vida cambió por completo: mi mamá vendió todo, quemó sus naves. Pasamos de tener todo en esta vida a prácticamente empezar de cero.

    “Mi madre es Química Farmacobióloga, pero en la CDMX ya tenía mucho tiempo dedicándose a la casa. En Cancún tuvo que abrir brecha. De inmediato habló con Silvia Luna (la dueña del Colegio Británico). Nos ayudó mucho entrar a esa escuela porque eran grupos pequeñitos, aunque nosotros veníamos de escuelas muy grandes. Eso nos sirvió porque era atención personalizada de Miss Guille y de la misma Silvia. Una de las grandes hazañas que marcaron nuestra vida fue que mi madre, un poco después de que llegamos, entró a trabajar a Ritco y Asociado, donde estaban todos los arquitectos e ingenieros que construían las grandes obras de Cancún. Ellos me vieron llegar desde niña. Recuerdo que salía del Británico y me iba caminando a Ritco, en la misma Supermanzana 3”.

    Cynthia Santamaría, presidente de la Asociación de Relaciones Públicas del Caribe Mexicano
    Cynthia Santamaría, presidente de la Asociación de Relaciones Públicas del Caribe Mexicano

    Cynthia es vehemente y entusiasta al hablar. “Con el dinero del carro que vendió mi madre compró la primera casa de la Supermanzana 30. No había nada. Era todo maquetas, pura selva. Para ella, llegar a Cancún fue una liberación, una oportunidad para demostrarse que podía hacer lo que se propusiera”.

    Cursó la secundaria en la Federal 6, ubicada en el mismo lugar que hace décadas, en la avenida Chichén Itzá. “Claro que iba con mi falda rosa”, recuerda con cariño. “Nunca había estado en una escuela de gobierno. Fue muy bonito, muy diferente. Terminé dando clases de inglés. Por las tardes íbamos al Lion´s Dens” (un negocio ubicado donde hoy está el Hotel Xbalamqué) y lo pasábamos jugando maquinitas”. Fueron los días cuando Cynthia entró a trabajar con los Fonseca, en el Noveno Mandamiento.

    El ambiente relajado y tranquilo que se vivía en el Cancún de los 80 permanece en su memoria. “Como siempre aparenté más edad, me dejaban ir a la disco cada vez que venían mis primos a visitarnos”. Toma un respiro para hacer una reflexión profunda. “Las mujeres en Cancún estaban de pie haciendo todo lo que nunca nadie creyó que iban a hacer. A la par de todos los caballeros, se rompieron el lomo. Hubo la ventaja de que ellos las ayudaron; fue una gran combinación”. Y comparte un ejemplo: “Cuando nos mudamos a la casa de la 30 no teníamos muebles. Todos los ingenieros y arquitectos de Ritco nos amueblaron la casa. Son recuerdos muy lindos que guardo en mi memoria”.

    Pasó por Bachilleres, luego por el Itzamná. Llegó el tiempo para escoger carrera, pero en ese entonces las oportunidades eran prácticamente nulas en Cancún. Escogió Ciencias de la Comunicación en la CDMX, aunque hubiese preferido estudiar Periodismo. “Sentía que me ahogaba. No podía salir sola a ningún lugar, extrañaba mi libertad, la que conocí y con la que crecí en Cancún”. En algún momento tuvo que replantearse sus metas con respecto a continuar su carrera en otra parte. “Si algo no me gusta en esta vida es cortar las cosas: si empiezo algo, lo tengo que terminar”. Así que se inscribió en la Universidad del Mayab, en la cercana Mérida.

    En algún punto, su hermano, quien se había mudado a la CDMX tiempo atrás, le ofreció trabajo en Mazatlán. Ya antes ella había trabajado como gerente de ventas para Aca Joe, tiendas de ropa de súper moda en aquella época.
    “Estuve un año trabajando y viajando a Ixtapa, Puerto Vallarta, Mazatlán. Por ese tiempo se estaba abriendo en Cancún la Universidad La Salle, y mi mamá me sugirió que hiciera la carrera en Turismo. Entré a estudiar la especialidad en Líneas aéreas y Agencias de viajes. Todos mis maestros eran unas eminencias, activos, operativos, los grandes en turismo en Quintana Roo; tuve a los mejores. Nos contaban vida y obra de lo que pasaba en el mundo del turismo… ¡en tiempo real! Fui la mujer más feliz del mundo”.

    Desde el principio de la carrera, Cynthia se unió a la fuerza de trabajo. “Me volví una profesionista. Se me hizo muy fácil, pues Cancún es el mejor laboratorio para el turismo. Yo trabajaba part time; hice muchos años en la aviación, y a lo largo de todos estos años he trabajado en prácticamente todas las aerolíneas”.

    Se define como una mujer de metas muy claras. Va por ellas con un plan cuidadosamente elaborado. Hace un paréntesis para explicar una peculiaridad de su carácter. “He conseguido lo que he querido porque soy una persona que siempre levanta la mano para aprovechar cualquier oportunidad que se presente. Si de algo me vanaglorio es de eso: de no dejar pasar las oportunidades, por muy pequeñas que aparenten ser”. Así fue como se ganó una beca para estudiar en Suiza; otra para estudiar inglés en Wichita. “Pocas veces voy a decir de mi vida: ya pasó el tren y no me subí”.

    Cancunense entusiasta, Cynthia ha participado, de manera constante y discreta, en el Patronato de Bomberos. “Lo hago sólo por ayudar. Si salimos o no en la foto, es lo de menos. Todo esto es un placer para mí. Tiene que serlo. Si algo no me gusta, si alguien no me cae bien, simplemente no me involucro. Soy muy clara, no tengo filtro”.

    Actualmente preside la Asociación de Relaciones Públicas del Caribe Mexicano. “Este año cumplimos 39 años de existencia. Mi anhelo es que los 17 expresidentes se involucren un poco más; hemos tenido gente sumamente valiosa y desde la asociación quisiera que se reconociera su trabajo”.

    Coherente en todo lo que hace, Cynthia se unió a la organización Fundadores A.C., hace seis años. “Conozco a muchos fundadores y he vivido el crecimiento de Cancún a la par que ellos. Me he propuesto absorber de sus vivencias, pues esa gente es la llave de nuestra historia”. Tiene una mística que comparte con pasión a quien la escuche: “Quisiera darles su justo valor; al pasar del tiempo nos volvemos muy ingratos, se nos olvida que lo que tenemos es gracias a su esfuerzo, a su valentía. Reconozco a los pioneros como a las 10 familias que llegaron al campamento. Lamentablemente, esos guerreros están desapareciendo -con todo el dolor de nuestro corazón-. No se han dado a la tarea de seguir rescatando cosas, las que están en riesgo de desaparecer. Junto con ellos -con la asociación- hemos presentado ante diferentes administraciones del gobierno municipal, la propuesta de hacer el museo de la historia de Cancún. Desgraciadamente, hasta ahora, ningún gobierno se ha mostrado interesado en llevar a cabo esa propuesta”.

    Cynthia Santamaría
    Cynthia Santamaría, presidente de la Asociación de Relaciones Públicas del Caribe Mexicano

    Con su expertise, Cynthia se ha desempeñado en la Secretaría de Turismo y en la Dirección de Turismo municipal, y conoce de cerca el éxito de este polo turístico, pero también sus fallas. “Me encanta lo que hemos logrado.
    Somos unos chingones para donde la mires. Si llegamos a cualquier lugar y decimos que somos de Cancún, nos abren las puertas sin problema. Pero no me gusta a dónde vamos, estamos tan ensimismados en nuestro éxito, que no nos hemos preguntado hacia dónde vamos”.

    Guarda con enorme gusto su costumbre de caminar por la ciudad, tal como la hacía de pequeña. “Algo que disfruto de esta ciudad es recorrerla a pie, por adentro de sus supermanzanas. Si voy a algún lugar por ahí, me estaciono y camino por esos lugares que me encantan; voy al Parque de las Palapas, al Mercado 28 o visito los jardines que hay alrededor”.

    Le pregunto si alguna vez consideró irse de Cancún, vivir en otra ciudad. “Nunca he tenido esa inquietud. Aunque me gusta muchísimo viajar y viajo mucho, por temporadas largas -tengo maletas listas para viajes de tres días, de una semana, de un mes- aun así, sin ser cliché, quiero mucho a Cancún. Conozco gente que quema sus naves y regresa con la ‘cola entre las patas’, porque una vez conociendo el paraíso, difícilmente no regresas a él”.

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