Resguardados dentro de las paredes de sus respectivos hogares, artistas cancunenses explotan su talento para hacer más llevadero el tiempo, plasmando su día a día a través de obras de arte a partir de la nada. Es la creatividad sin límites que despierta los sentidos.
Esta situación, tan nueva para muchos, tiene como principal enemigo la ociosidad, por lo que fotógrafos y artistas gráficos han decidido combatirla de la mejor manera que saben: creando arte, que ahora nos comparten.
ALEJANDRA ROSALES, en cambio, decidió plasmar lo que ha significado el día a día dentro del hogar, al cuidado de sus dos hijas mientras trabaja, crea, educa y cuida de la mascota familiar. Las paredes confinan su cuerpo, no su mente. Su imagen, una intervención digital, ejemplifica cada una de las facetas diarias de una forma divertida, y que a la vez, nos invita a la reflexión sobre los momentos que estamos viviendo.
GABRIEL BARRANCO decidió realizar un ejercicio personal de introspección que lo ha llevado a reconectarse con su padre y abuelo. “Aprovechando la cuarentena, saqué una caja llena de cosas viejas de ellos, y se me ocurrió hacer una serie con las pertenencias más valiosas de los Barranco”, expresó. Entre las figuras más inestimables, por los recuerdos que conllevan, se encuentran piezas de ajedrez y un encendedor japonés, pasando por llaveros, armónicas y figuras de esquimales.
LEONARDO TEZCUCANO realizó un collage tradicional y gráfica digital titulado Resilencia, donde resume todo lo relacionado con el tema de Covid-19 a través de imágenes que invitan a la reflexión, y donde el observador participa de forma activa en la interpretación de la obra.
Por su parte, GRICELL SERVIN GUIOT realiza un trabajo íntimo de documentación sobre lo que es mantener activo, y con un estado positivo, a un niño a través de un diario visual de las actividades que realizan juntos, creando un testimonio familiar de cómo vivieron estos días, algo que en el futuro será atesorado y recordado.
Quien ha realizado diversas intervenciones digitales como una forma de jugar con la temática del momento es LUIS ALEJANDRO ROJAS, con su cara cubierta por una máscara conectada a una planta, con la esperanza de seguir respirando aire puro. Pero quizá su imagen más poderosa es la que realizó desde la azotea de su casa, cuando después de casi tres semanas de aislamiento social y cansados de están encerrados, decidió con su pareja subir a la azotea de su departamento con una alberca inflable y hacer su ‘Acapulco en la azotea’.
“Mi pareja un día me dijo que quería ir a la playa, con el traje de baño ya puesto. Le comenté que no podíamos salir por las recomendaciones de las autoridades, y entonces decidimos que si lo que ella quería era tomar el sol, pues que lo hiciéramos en la azotea y subimos todo. Estando arriba vi la escena y decidí tomar una foto con el dron. El estar desnudo ya fue una parte de exhibicionismo, pero si después de tres semanas era la primera vez que me iba a asolear, mejor que fuera parejo”, dijo de manera divertida el fotógrafo.
Y con esa imagen contó todo lo que significa el confinamiento para las personas que buscan un poco de cotidianidad en estos momentos donde todo ha cambiado.
EDUARDO ALBERTO SOSA LÓPEZ decidió ir un paso más allá, y realizó un retrato con técnicas totalmente análogas, usando una cámara de rollo Canon Elan 7e, un lente 50 mm, un rollo Ilford Delta 400 en blanco y negro, y revelándolo él mismo, como una forma de marcar distancia de la tecnología actual, pero rememorando tiempos más sencillos donde era inconcebible la situación que vivimos hoy.
Si de algo estamos seguros, es que este aislamiento social no será para siempre, y que la creatividad sobrevive como una terapia, como una forma de preservar, contar y expresar lo que sentimos, lo que nos hace felices, nos preocupa, divierte o nos hace llorar; algo que nos permite sobrevivir en la cordura de los límites de cuatro paredes, y nos hace transcender y conectar con los demás.