López Gatell tenía un semblante de alarma y preocupación. Un inusual sentido de urgencia se detectaba en su entonación.
Era sábado por la noche y desde Palacio Nacional, el gobierno federal mexicano dio un giro a su comunicación sobre la pandemia por coronavirus. El subsecretario nombrado vocero ante la emergencia, anunció que, ahora sí, todo mexicano debe quedarse en casa como única vía para amainar el golpe que viene: la “transmisión extremadamente acelerada” con un crecimiento exponenecial de los casos.
López Obrador es tal vez el único jefe de Estado del mundo que no ha encabezado el anuncio para decirle a su pueblo que debe permanecer en sus hogares. Incluso otros mandatarios que desdeñaron la peligrosidad del virus, lo hicieron: Trump, Boris Johnson, Bolsonaro. El presidente de México delegó el llamado a un subsecretario.
López Gatell no escatimó en contundencia, miró fijamente a la videocámara y resumió con énfasis: “quédate en casa, quédate en casa, quédate en casa”. Así, tres veces seguidas. Cada una más marcada que la anterior.
López Obrador no canceló su gira de fin de semana. ¿Quédate en casa? Estoy en Mexicali. ¿Quédate en casa? Voy a San Luis Río Colorado. ¿Quédate en casa? Mañana me sigo a Badiraguato.
López Gatell fue brutal: si no nos quedamos en casa, van a colapsar los hospitales y van a ser muchas muertes que pudimos haber evitado. Por ello, pidió a la población sólo salir si tiene actividades absolutamente imprescindibles.
López Obrador no estaba de gira abriendo hospitales contra el Covid-19, ni reuniéndose con doctores para desatorar el presupuesto para comprarles al menos guantes y tapabocas, tampoco recibiendo unidades de terapia intensiva. Sus actividades “absolutamente imprescindibles” consistieron en: supervisar las mejoras realizadas al polideportivo de la colonia Santo Niño en Mexicali, supervisar la edificación de viviendas en San Luis Río Colorado y supervisar los avances en la construcción de un camino de Badiraguato a Guadalupe y Calvo.
López G. vs. López O. Parecerían figuras de gobiernos distintos. Pero no. Tan no, que el subsecretario de Salud decidió cambiar las conclusiones internacionales sobre lo contagioso del virus con tal de proteger a su jefe: dado que el gobernador de Hidalgo dio positivo a Covid-19 y estuvo abrazando al presidente diez días antes, le hubiera tocado a López Obrador aislarse y, tratándose del jefe del Estado mexicano, hacerse una prueba para descartar el virus. Lo hizo el canadiense Justin Trudeau. Lo hizo el británico Boris Johnson. Pero como el mexicano no quiere ni que le echen desinfectante en las manos, López Gatell salió a decir que el gobernador no presentaba síntomas cuando AMLO se reunió con él, y que cuando el paciente infectado no presenta síntomas, pues casi casi no contagia.
Vaya sorpresa: en el mundo lo que han dicho sistemáticamente los científicos, la OMS y hasta el mismo López Gatell es que la enorme peligrosidad del coronavirus se debe a que sin síntomas, lo puedes tener y lo puedes contagiar.
López Obrador dice que no se va a aislar porque eso es lo que quieren ‘los conservadores’: que deje el poder.
En medio de la crisis, quizá la petición es justo la contraria: que lo ejerza.
SACIAMORBOS
López G. insistió en lavarse las manos y mantener la sana distancia, como vía central para contener la propagación del virus. López O. se acercó voluntriamente a saludar de mano a la nonagenaria madre del narcotraficante más famoso de México. El episodio merece columna aparte.