Lo que comemos juega un papel importante para prevenir enfermedades que afectan la piel, y como protector ante el fotoenvejecimiento
Hoy en día, sabemos que para gozar de una buena salud es básica una adecuada y equilibrada dieta. Los desórdenes alimentarios pueden consistir en deficiencias nutricionales, excesos o alteraciones metabólicas, que pueden llevarnos a enfermedades como la diabetes, sobrepeso o triglicéridos y colesterol altos.
Cualquier desequilibrio de la dieta, en forma de deficiencia nutricional, deficiencia específica de nutrientes o exceso de componentes tóxicos, pueden perturbar el equilibrio de la piel. En el caso de pacientes con acné, la experiencia de la consulta diaria pone en evidencia cómo en algunos casos la ingesta de alimentos como la leche o el chocolate, empeora su sintomatología.
Diversos estudios indican que deberían eliminarse de la dieta alimentos con alto índice glicémico (como los azúcares refinados) y sobre todo, en aquellas formas severas o que no obedecen a los tratamientos habituales; bajar la ingesta de carbohidratos puede ser una buena estrategia como coadyuvante al tratamiento médico convencional, e incluso se puede valorar una dieta cetogénica (dieta ‘keto’) temporalmente.
De la misma forma, y aunque deben realizarse más estudios que demuestren la relación entre nutrición y algunas enfermedades de la piel, se debe recomendar a todos los que padecen psiorisis o acné, una alimentación saludable y rica en omega 3, ya que el cuerpo no produce acidos grasos omega-3 por sí solo, encontrados en productos como el salmón, aceite de linaza o canola, nueces y semillas.
Una alimentación equilibrada puede proporcionar los nutrientes necesarios para cubrir las necesidades de la piel. Incluso, en caso de enfermedad o lesión cutánea, su recuperación. Sin embargo, un desequilibrio alimentario puede provocar alteraciones en la piel y el pelo, por lo que no olvides incluir este tipo de alimentos en tu dieta. En casos severos de problemas con la piel, recurre con tu médico y nutriólogo para
valorar una dieta cetogénica.
Por Mar Escobedo, nutrióloga
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