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    EntrevistasEn memoria de Eduardo Lavalle

    En memoria de Eduardo Lavalle

    Opinión

    La madrugada de hoy, Eduardo Lavalle, emprendedor, conductor, amigo, padre y abuelo, falleció luego de sufrir un percance vial.

    Desde Cancuníssimo nos sumamos a la pena que embarga a la familia, amigos y compañeros del entrañable ser humano, a quien siempre se le reconoció su calidad humana desde los primeros años en que dejó escuchar su voz en la radio, allá en el lejano 1989.

    De la generación que creció con Cancún, Lavalle llegó con su familia al Caribe en 1975 y vio, frente a sus ojos, todo el crecimiento del destino, y fue aquí donde forjó un hogar y familia.

    Es justamente esta trayectoria que dejó huella en el destino, lo que hizo que Lavalle fuera entrevistado por Cancuníssimo el julio del 2018, donde abrió su corazón y memoria a las páginas de la revista, y nos permitió conocer íntimamente al cancunense orgulloso y feliz que siempre fue.

    En las siguientes líneas reproducimos el contenido íntegro de la entrevista, como una forma de darle voz y homenaje a un hombre excepcional.

    Encontró su vocación al aire

    Estar en sintonía con un lugar nuevo, después de tenerlo todo en la Ciudad de México, fue un cambio radical para su familia compuesta por sus padres y hermanos: Ana Consuelo, Daniel y Luis, cuando se mudaron a Cancún, en octubre de 1975, tras vivir un año en Mérida.

    “Mi padre abrió una tienda de abarrotes en la avenida Tulum. Los primeros días fuimos huéspedes del legendario hotel Cotty, hoy considerado una referencia exótica entre quienes tenemos más de 30 años viviendo en esta ciudad, pero fue divertido”, comenta con nostalgia de pionero, quien con 12 años llegó a estudiar sexto de primaria en la escuela Margarita Maza de Juárez, con la maestra Graciela.

    Se encontraron una ciudad con cuatro canales de televisión, 15 mil habitantes, un colegio con un salón para cada grado, una única escuela particular: el Itzamná; y dos carreteras: la Tulum y la Mérida-Cancún, hoy López Portillo.

    “Llegamos literalmente a vivir entre la selva, con tarántulas, tucanes y pericos. Fue una experiencia que poca gente tiene oportunidad de vivir. Recuerdo que mi hermano Daniel, de 10 años, se iba de la avenida Tulum al puente de la zona hotelera, y regresaba con pescados para comer. Hoy es impensable; ni siquiera el que un niño de esa edad salga a la esquina de su casa”, comentó.

    Eduardo forma parte de una generación de la que se siente muy orgulloso, y que ha hecho eco en Cancún, y ‘fuera de’, “como los Amaro, las Fosado, las Roma; éramos una gran hermandad”. Y fue en esa época, cursando la secundaria, que se enteró que de Tlahualilo, un pueblo de Durango, fueron los primeros pobladores de Bonfil.

    “Fue maravilloso crecer en el destino más exclusivo en que se convertiría Cancún, pero luego vino el huracán ‘Gilberto’ y se perdió mucho de ello. Nos tocó ver el crecimiento comercial de la Avenida Yaxchilán, con el restaurante Grillo’s y La Parrilla. Mi padre cerró la tienda y abrió Tino’s Pan y Vino, pero la gente no estaba tan acostumbraba al vino; después se convirtió en La Parrilla Suiza hasta que finalmente, en 1991, se convirtió en La Esquina, una cantina que atendió mi padre y luego mi hermano. Fue la segunda cantina en Cancún, así que la gente o iba a misa o decía que iba ‘aquí cerca, a la esquina’, para echarse sus tragos, hasta que decidimos cerrar porque la zona perdió su brillo comercial y empezó a crecer ‘la incertidumbre’, por llamarlo de alguna forma”, comentó.

    Mientras la familia prosperaba, el espíritu inquieto de Eduardo lo llevó a Cuernavaca a cursar la preparatoria, regresando a Cancún con la idea de ser actor y de ingresar a Televisa. Su padre no lo desanimó pero tampoco lo apoyó; le dijo que lo hiciera por su cuenta y riesgo.

    En ese tiempo logró participar en un programa en el Canal 6, que después fue el Canal 10, llamado ‘Cancún cosas’, de contenido social. Y cuando más seguro estaba de irse, realizó su debut oficial en Radio Turquesa en noviembre de 1989. “Mientras que la gente que llegó en esa época habla de las calles que se fueron abriendo, las opciones comerciales y los desarrollos habitacionales, a mí me tocó ver la evolución de los medios de comunicación. Cancún se estaba comunicando con el mundo y entre sí”, expresó.

    “Un día escuché que una nueva estación, Radio Turquesa, estaba contratando locutores que hablaran inglés. Llamé y me contestó un caballero. Fui, hice la prueba, dejé mis datos y fui aceptado. Me dijeron que tendría una cita con don Gastón Alegre; de inmediato reconocí la voz que me dio la cita; era él mismo. Me preguntó si sabía ‘operar’ y le dije que sí. Apliqué la fórmula que siempre me ha salvado: cuando me preguntan que si sé hacer algo, respondo que sí aunque no sea verdad, y después pregunto o investigo cómo se hace y aprendo”, reconoció.

    “Fue una época maravillosa porque todos aprendimos a hacer radio. Como locutor sólo decía mi nombre y la hora, pero también programaba anuncios y ponía discos. Compartí micrófono con muchos locutores que han hecho historia como Fabricio, la cantante Alondra, Julieta de la Mora y Graciela Beristáin».

    Otro medio que nació por esa época fue justamente Cancuníssimo. Me invitaron a hacer una colaboración sobre música, pero cuando la vio publicada mi jefe, me dijo que sólo podía trabajar en un medio. No volví a escribir más.

    “Mi aportación más fuerte en Radio Turquesa fue organizar los dos primeros festivales de la estación. Logré traer a 18 talentos, entre cantantes y artistas; fue todo un éxito”, admite con gusto de triunfador, aunque admitió que las cosa no iban bien. “Surgieron malos entendidos y renuncié, pero crear ese precedente, que sólo se ha interrumpido una vez, me llena de orgullo. Después hice también el festival de 1985. Trabajé posteriormente en varias estaciones de radio que fueron surgiendo en el cuadrante como Cancún FM, Mix FM y Radio Pirata. En ese tiempo nacieron mis hijos Renata y Patricio, quienes viven en Monterrey, y después nació Iñaki, en la Ciudad de México”, recapitula.

    Eduardo admite que Cancún tiene una energía maravillosa porque en 2005 le dio un giro a su profesión con una productora especializada en bodas. Todo iba muy bien hasta que llegó el huracán ‘Wilma’ y se llevó todo.

    “Afortunadamente siempre he encontrado la fórmula para salir adelante y empezamos una promotora de bienes raíces. Vendí en un año más de 75 casas y ese proyecto lo llevé al Canal 10 con un programa que funcionó muy bien, pero nunca dejé de sentir ese gusanito por la radio”, dijo.

    Y fue por esa inquietud que encontró QFM. “Les presenté un proyecto, que afortunadamente se concretó, gracias a José Gabriel Gutiérrez, propietario de la estación, y a su esposa, quienes apostaron por mí, y desde hace cuatro años estoy al aire con ‘Estas son las mañanitas’, siendo mi propio jefe y desde donde presento a Cancún y sus personajes”, agregó.

    “Mantenerme a flote en la radio es todo un reto, porque hay una competencia desleal. Cualquiera puede abrir un sitio en Internet, le pone un micrófono, baja música y ya dice que es una estación de radio, cuando hay instituciones establecidas y consolidadas que pagan sus derechos por estar al aire”, aseveró, agregando que a pesar de ello, tras 29 años de experiencia, sigue sintiéndose capaz de afrontar el reto.

    “Hoy se hace la radio como antes; tengo la sensación de que estamos regresando a las recomendaciones. Ahora no solamente vendes o anuncias productos, también recomiendas experiencias, y para quienes están del otro de la radio, siempre seremos el acompañamiento que necesita para andar el camino, combinado información y entretenimiento. La radio en Cancún fue un fenómeno que se ha ido ajustando a las necesidades de una sociedad que se estaba consolidando; en mi caso, fue curiosidad y después lo hice mi vocación”, resume.

    “Creo que en ese ir y venir a Cancún aprecié más su evolución y algunas cosas sí las apruebo pero otras no, porque poco a poco se fue acabando ese sentido exclusivo, y si a ello le agregas la falta de compromiso de quienes hoy llevan las riendas, ahí están los resultados. Mi papá ya decía en 1980 que Cancún es ‘la gallina de huevos de oro’, pero poco a poco la estamos dejando sin aire y no estamos haciendo mucho por salvarla.

    “Como sociedad nos perdimos. Cada quien se ocupó de sus propios problemas y a esta primera generación nos faltó unidad, cuidar hacer de Cancún un destino fuerte. Estoy muy agradecido con mi padre por habernos dado una vida llena de aventuras que difícilmente habríamos tenido en otro lugar. Creo que aquí seguiré toda mi vida porque ahora me toca informar y comentar cómo es, vive y siente Cancún”, finalizó. Y así apagamos la radio de su vida para salir del aire, pero seguramente regresará mañana después de una ‘breve pausa comercial’.

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