Un año después de la estrepitosa derrota que lo sacó por segunda vez de la Presidencia de México, el PRI dejó claro que su ADN sigue mandando.
La apuesta fue a ser el mismo de siempre: un partido fiel a métodos de operación política opacos, con dados cargados a través del presupuesto gubernamental en los estados y por la cercanía con el poder presidencial, aunque esté en manos de otro instituto político.
No hubo misterio. La bendición presidencial estaba dada. En estas Historias de Reportero se relató el 28 de junio pasado la forma en que la elección de Alejandro Moreno Cárdenas como nuevo dirigente del PRI quedó decidida el 27 de mayo en Toluca, estado de México, en una reunión de los once gobernadores del tricolor que le dieron su respaldo. Primero siete y los cuatro restantes, muy al estilo de la casa, terminaron sumándose.
Una semana después, se relató en esa entrega, el pacto se selló en Palacio Nacional con la bendición del presidente morenista Andrés Manuel López Obrador. Reunido con los once mandatarios estatales del PRI, incluido Moreno Cárdenas que aún no dejaba el gobierno de Campeche, el presidente les dijo entre veras y broma que si no apoyaban a «Alito» se vería reflejado en el presupuesto para sus entidades. Hubo carcajadas.
Lo de ayer fue mero trámite. La votación, así como las denuncias de juego sucio hechas por la ex gobernadora de Yucatán Ivonne Ortega, son mera anécdota. Hasta la movilización electoral centrada en el más dinosáurico priismo coahuilense, el mexiquense y el campechano, es redundante, ni falta hacía. Ya todo estaba escrito.
Hasta ahora, la nueva dirigencia priista ha apostado a sobrevivir en esta etapa del poderoso gobierno lopezobradorista poniéndose a sus órdenes. ¿Jugarán a ser la oposición leal o buscarán confrontar con el presidente y su proyecto? Ya se verá la apuesta conforme avance el sexenio y quizá midiendo el desempeño del gobierno federal.
Por ahora, el PRI vive como sabe vivir: con la bendición presidencial.
SACIAMORBOS
En 2019, México es el país más letal del mundo para los periodistas, con diez comunicadores asesinados en lo que va del año, muy por encima de naciones con conflictos bélicos que aparecen en la lista. El segundo lugar es Afganistán, con 3 homicidios.