Enorme polémica ha causado el cuadro del pintor Fabián Chairez titulado ‘La Revolución’, en el que presenta, un Emiliano Zapata afeminado, de cuerpo desnudo y piernas de mujer, zapatos de tacón que a su vez son pistolas y sombrero rosa, montado en un caballo. Esta pintura forma parte de la exposición del Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México para conmemorar el centenario de la muerte del héroe revolucionario. Según su autor no esperaba esta reacción y solo quiso presentar una imagen opuesta al estereotipo de una ‘masculinidad glorificada’, que siempre ha rodeado las representaciones de Zapata.
La obra fue difundida en redes sociales y en la publicidad oficial para promover la exposición, por lo cual se hizo viral; así que hubieron manifestaciones y bloqueos frente al Palacio de Bellas Artes, de grupos de agricultores y colectivos que ensalzan la imagen Zapatista, así como de grupos de la comunidad LGTB, que terminaron enfrentándose entre sí; unos a favor de la imagen y otros no.
Mientras que, con esta discusión, todo lo que logró el autor fue hacerse famoso en sus cinco minutos de gloria con este escándalo; los enconos contra el tema nos refieren a un asunto más profundo: el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTIQA, todavía pendientes. Uno de los colectivos defensores, denunció que, a pesar de que la capital del país fue la primera en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en América Latina; todavía las leyes sobre identidad de género se deciden en las legislaturas de los Estados. En algunos todavía no han sido aprobadas por los Congresos. Inclusive hay lugares donde aún existen las llamadas ‘terapias de conversión’. En cuanto a la violencia, reportan 500 personas LGBT asesinadas en los últimos 7 años en el país, lo que ellos consideran como crímenes de odio.
Mientras que en la comunidad internacional avanzan con paso firme en el reconocimiento a la diversidad sexual y la no discriminación; en México prevalece un doble y urgente desafío; el primero: plasmar explícitamente en las Constituciones Políticas tanto Federal como las Estatales, el derecho a la identidad sexual y de género, otorgándoles los mismos derechos que a otros grupos, como el matrimonio y la adopción. Y el Segundo: combatir frontalmente la cultura homofóbica y transfóbica, así como construir una cultura en favor de la diversidad sexual. Esta última, tarea en la que la inercia de la sociedad no basta si no cuenta con la conducción de una política de estado inclusiva y eficiente.
Por la libertad de expresión y los derechos culturales LGBTTIQ+ pic.twitter.com/rcvS0vkCPQ
— Fabián Cháirez (@Fabianchairez13) December 11, 2019