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    CiudadanaLa Biblioteca de Alejandría y mi sobrino Patricio: Ana Hernández

    La Biblioteca de Alejandría y mi sobrino Patricio: Ana Hernández

    Opinión

    La Biblioteca de Alejandría fue construida teniendo como musas a -las que en ese entonces eran- las 9 diosas de las artes, y yo al tomarme un espresso con hielos, a la vez que escribo esta columna desde Cancún, pienso que me hubiera fascinado recorrerla, poder tocar y leer los rollos de papiros donde escribían los textos… ¿A qué olería todo ese conocimiento?

    La literatura, la academia y la religión sufrieron una gran pérdida cuando este edificio se quemó.

    La Biblioteca de Alejandría fue construida por Alejandro Magno y destruida por Julio César.

    Cierro los ojos, hago un comparativo e imagino que haber vivido ahí en esa época sería como si actualmente trabajaras en Sillicon Valley ¿o no? Era el código postal donde tenían a la mano los datos duros de los decision makers. Ahí, en ese edificio, custodiaban el testimonial de las primeras veces en que se ocupó el alfabeto como método de organización, los datos de la primera vez que calcularon la circunferencia de la Tierra, las bases de la puntuación, pronunciación y acentuación.

    Para que la información se mantuviera a la vanguardia, la participación de los intelectuales de la época era imprescindible. El conocimiento escrito de los eruditos ahí se concentraba.

    Este mes, en mi familia, celebramos el cumpleaños de mi sobrino Patricio, y este 2021 que cumple ocho años deseo para él que siempre atesore todo lo que han construido nuestros antepasados, que no dé por sentado el valor del conocimiento, que su vida esté plena de lo que de verdad vale la pena y arropada por el amor de quienes lo rodeamos. Él forma parte de una generación que ha aprendido a construirse a través del Zoom, de convivir a partir de una pandemia, de sentar sus bases en una sociedad donde para la recreación, la clase de patines, de pintura y el tiempo dedicado a Minecraft, Star Wars o Pegajoso, de los Cazafantasmas, son tan importantes como los vecinos.

    A Patricio le deseo que sea siempre un hombre de bien, que sea un cancunense que aporte a su comunidad, que no olvide todo lo que sus abuelos pioneros (por parte de su mamá y de su papá), han hecho por nuestro destino, y que siempre se ocupe de tener cerca lo mejor y la vanguardia del conocimiento.

    Si yo pudiera, a mi sobrino Patricio, le regalaría su propia Biblioteca de Alejandría.

    Feliz cumpleaños y, ¡a leer!

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