La Cuarta Transformación
La reconfiguración de la refinería de Tula será uno de los pilares de la 4T para lograr la llamada “soberanía gasolinera” al final del sexenio.
El 70% de esta obra corre por cuenta de ICA, que dirige Guadalupe Phillips, y un 30% por Techint, de Paolo Rocca. Costará unos 2 mil 800 millones de dólares, financiado en su totalidad con recursos públicos.
ICA originalmente puso en la mesa un crédito externo de BlackRock, que capitanea Larry Fink, que cobraba una tasa de 13%. Pero Andrés Manuel López Obrador hizo caso a su asesor financiero estrella.
Rogelio Ramírez de la O, quién también por caro tiró el financiamiento de BlackRock para el tramo 5 del Tren Maya, recomendó que el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, buscara por otro lado.
Al final se obtuvieron 12 mil millones de pesos exprimiendo fondos del Conacyt, que dirige María Elena Álvarez-Buylla, la UNAM que encabeza Enrique Graue y el Politécnico que comanda Arturo Reyes.
Es el capital inicial asegurado este año para arrancar la coquizadora de Tula, una de las refinerías de Pemex que tiene un mayor nivel de rentabilidad y que hasta ahora tenía una avance de obra de casi 60%.
La reconfiguración generará seis mil empleos en Hidalgo y será el cuarto proyecto en importancia, luego del aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.
Por decisión del propio López Obrador, el presupuesto de Tula será manejado directamente por la gerencia y ya no por el director corporativo de Administración y Servicios de Pemex, Marcos Herrería.
Y es que hace un par de meses, en una gira de trabajo por las refinerías, el Presidente escuchó quejas de los gerentes contra el director de Pemex, Octavio Romero, que concentraba los dineros vía Herrería.
Por ello ordenó desconcentrar los recursos y darle autonomía a los gerentes de las refinerías de Cadereyta, Minatitlán, Salamanca, Tula, Salina Cruz y Ciudad Madero.
A propósito de Pemex, la compra de la refinería de Deer Park es una espina que trae bien clavada la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y que fue la gota que derramó el vaso en su trato con el director Octavio Romero. Si la relación entre ambos funcionarios ya era intransitable ahora se volvió insostenible. Como le platiqué, la negociación con Shell para adquirir el 50% de las instalaciones se mantuvo en el sigilo total. Romero la llevó a cabo de la mano de su asesora, Elvira Daniel, y de otro viejo petrolero, Pedro Haas, ex director de Pemex Gas y Petroquímica Básica en el sexenio de Ernesto Zedillo y antes, con Carlos Salinas de Gortari, director de PMI Comercio Internacional, la filial por la que se adquirieron años después AgroNitrogenados, Fertinal y los dos floteles al astillero quebrado de Hijos de J. Barreras, en Vigo, España. Romero fraguó la compra con la asesoría de Raúl Martínez-Ostos desde Barclays. Andrés Manuel López Obrador fue informado y la avaló. Pero ni siquiera Arturo Herrera, el secretario de Hacienda, lo supo, por eso ahora las maromas que hacen para obtener el financiamiento para pagarla.
Como si no tuviera un desastre, a la primera mención el director del IMSS salta para defender lo indefendible: el tiradero que tiene en las compras de medicamentos y demás insumos para la salud. Zoé Robledo no tiene el control y su incompetencia, omisión o abierta complicidad ha dado pie a que múltiples coyotes se hayan enriquecido en la crisis pandémica. Uno es Carlos Treviño, que fue de los principales proveedores de mascarillas, cubrebocas, guantes, batas y trajes anti Covid-19 y hoy es de los vendedores más importantes de propofol del instituto. Fue director de Finanzas del IMSS con Enrique Peña, después director corporativo de Administración y Finanzas de Pemex y al final relevó a José Antonio González Anaya de la propia dirección general de la petrolera. Durante el primer año de crisis del coronavirus operó con la ayuda de Ulises Morales, el ya defenestrado titular de la Unidad de Infraestructura y Adquisiciones del IMSS. De ser funcionario público, Treviño es hoy día uno de los manejadores de fondos más avezados y lucrativos dentro del sector salud público de México.
La procuraduría fiscal está investigando a fondo un doble pago que el ISSSTE realizó a Selecciones Médicas del Centro por la friolera de casi mil 600 millones de pesos. Es una pesquisa anticorrupción porque involucra a funcionarios del instituto que dirige Luis Antonio Ramírez, a la empresa de Fármacos Especializados (FESA) y a su accionista mayoritario, José Antonio Pérez Fayad. Resulta que en 2018 Selecciones Médicas demandó al ISSSTE el pago de facturas atrasadas por aproximadamente mil millones de pesos. El caso se fue a litigio y la dependencia fue condenada a liquidar 800 millones. El punto es que tras las pesquisas que realizaron los sabuesos de Carlos Romero Aranda se encontró que se pagaron los servicios, pero la empresa, en complicidad con el área administrativa del ISSSTE, volvió a meter facturas y se pagó por doble partida a FESA. Este caso, evidentemente, no pudo escapar a la atención de Ramírez Pineda.
Le platicaba hace unos días de otro posible relevo en el Infonavit, que dirige Carlos Martínez, un funcionario que nadie en Morena y entre la 4T se explican cómo es que llegó a la posición, dada su extracción panista y cercanía, primero, con Santiago Creel, y después a Maximiliano Cortázar en la Dirección de Comunicación de la Presidencia de Felipe Calderón. Martínez, al igual que Zoé Robledo, viene del ITAM, no tiene experiencia en temas de vivienda ni grandes conocimientos en finanzas, y aún así le dieron la operación del fondo más grande en la materia de América Latina. Su única virtud era ser amigo de Gonzalo Alfonso López Beltrán, el hijo menor de Andrés Manuel López Obrador, y también cercanísimo a Román Meyer, el secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano.
¿Será cierto que Rocío Nahle es otra que Andrés Manuel López Obrador podría mover estratégicamente? La secretaria de Energía es una eficaz operadora política y lo acaba de demostrar en las pasadas elecciones. En dos semanas sacudió el tablero electoral de Veracruz. De apenas ocho de 20 distritos que Morena tenía asegurados con Mario Delgado, el inquilino de Palacio Nacional le pidió a su fiel colaboradora entrar a operar y cerró con 18 de 20 el domingo. El Presidente, pero sobre todo su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, la quiere como nueva dirigente de Morena.