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    El Instituto donde se le roba al pueblo lo ganado: Carlos Loret de Mola

    Opinión

    Desde hace varias semanas, mandos altos y medios del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (INDEP) comenzaron a recibir correos electrónicos desde una supuesta dirección personal del director, Ernesto Prieto. Les pide un favor personal: recoger un paquete afuera de las instalaciones del Instituto. El tono es de confianza, cercano. Para quien lo recibe, es la oportunidad de demostrar lealtad y ganar puntos ante el jefe.

    Han sido varios los que han acudido al supuesto llamado del director del INDEP y lo que se encuentran en realidad es una pesadilla de varios minutos que termina cuando entregan todo lo que tienen en sus cuentas: se trata de una extorsión por parte de delincuentes que tienen todos los datos personales y laborales (nombres, teléfono personal, cargo dentro del Instituto e incluso una idea bastante clara de sus ingresos y estilo de vida) de los mandos a los que contactan. Uno de los casos fue hasta secuestro exprés.

    Empleados del INDEP describen así el modus operandi:

    Se les cita a en una plaza comercial muy cerca de las oficinas del Instituto. Ahí reciben una llamada en la que un sujeto les dice que los conoce y les advierte que los están observando -les describen vestimenta y lugar donde se encuentran- y que desde ese momento no pueden hacer más que lo que ellos digan. Se presentan como gente de El Marro o del Cártel Jalisco Nueva Generación. A veces, la amenaza incluye datos políticos, como que el hijo del director del INDEP, César Prieto Gallardo, es presidente municipal de Salamanca, Guanajuato. Y que como saben ese dato, saben todo.

    En dos casos a los que tuve acceso, después de recibir la llamada telefónica pudieron huir del lugar inmediatamente y regresar a la oficina sin que los hayan buscado para un contacto posterior. Un tercer caso no corrió con tanta suerte: al llegar al punto de encuentro, se presentaron de inmediato con él, y le dijeron que a partir de ese momento estaba en peligro y que tenía que “acompañarlos” forzosamente a dar unas vueltas por la ciudad. Un cuarto caso, también se presentó en el lugar de la cita y sin más le dijeron que tenía minutos para entregar 100 mil pesos vía una transferencia. Lo guiaron para que fuera al banco (dentro de la misma plaza). El quinto caso, 200 mil pesos, entregados también. 

    Todo es grave en este asunto, pero lo más grave es que de todo esto tiene conocimiento la oficina de Ernesto Prieto. Cada uno reportó de inmediato lo sucedido al equipo cercano del director general del INDEP buscando el respaldo de la Institución. Le pidieron a Prieto denunciar las extorsiones que se están haciendo en su nombre, pero se quejan de que la respuesta fue que no, “para evitar el escándalo”.

    La decisión del titular fue manejarlo de manera discreta y enviar un correo muy escueto y ambiguo pidiendo al personal hacer caso omiso de solicitudes de correos no institucionales. No ha sido suficiente: siguen llegando correos, se siguen acumulando casos.

    En todo este enredo, que el director se niegue a denunciar, salta un tema: durante las llamadas de extorsión los empleados coinciden en que el delincuente menciona datos que nada tienen que ver con el INDEP y sí con temas políticos locales.

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