Es la ausencia de un sentido de propósito en la vida.
En estos tiempos de pandemia, es el momento de hacer una pausa y crear el espacio para encontrar un sentido de propósito en nuestras vidas.
Un fuerte sentido de propósito nos vuelve más saludables, literalmente puede mantenernos vivos, contribuye al bienestar de nuestro ser integral, un sentido de propósito nos llena de gratitud y nos da resiliencia para enfrentar las adversidades.
¿Dónde podemos encontrar un propósito? estableciéndonos metas, haciendo actividades que nos llenen de gozo, de gratitud, de pasión, no importa el tamaño lo importante es que sea algo que nos motive a vivir, que nos despierte por las mañanas y nos pare de la cama con entusiasmo; desde tener un huerto, cocinar, pintar, realizar algún deporte, lo que sea, que sea que nos apasione!
Cuando la meta es significativa, realista, alcanzable, apasionante y ponemos todo nuestro compromiso por alcanzarla nuestra vida se convierte en una vida con propósito.
Es muy importante aquí comprender la distinción; de que es la búsqueda, más que el logro de metas significativas, lo que en verdad conduce a una vida con propósito.
Recuerdo esta frase que mi profesor de natación Damian Piza, me repetía una y otra vez; Jacqueline, “Las más grandes satisfacciones en la vida, vienen de la lucha hacia los objetivos (que me permiten apreciar y disfrutar el momento presente) y no del regocijo de corta duración de alcanzarlos”.
A decir verdad, en esos tiempos yo era muy joven para comprender la profundidad de sus palabras, sin embargo él nunca se cansó de decirme; “disfruta tus entrenamientos momento a momento, cada día, todos los días y cuando más bravo este el mar mejor para ti, porque es cuando más fuerte hay que entrenar y más que disfrutar por qué el día que hagas tu travesía, el día que llegues nadando de Cozumel a Cancún, va a ser hermoso lo vas a recordar siempre pero ese día se terminó”.
Tal vez esta sea la razón por las que las personas que se enfocan solo en la meta y no disfrutan del camino cuando llegan se sienten vacías y decepcionadas.
¿Pero entonces, si la meta no es el objetivo, cuál es el objetivo de las metas?
Mantenernos en el presente, disfrutando del camino mientras vamos en busca de nuestro propósito.
Las metas son liberadoras por qué nos permiten vivenciar momento a momento.
Yo creo que por eso me apasiona tanto el golf, por que como mi ‘Prosito’ Felipe Galindo, siempre me decía; Jackita, el golf es la eterna búsqueda nunca acabas de aprenderlo.
Así que no es la consecuencia de la meta la que nos da propósito, sino su búsqueda.
Y esta búsqueda puede estar presente aún en los momentos más difíciles y dolorosos de nuestra existencia, como escribió Viktor Frankl, en su libro; El hombre en busca de sentido, lo último que se le puede arrebatar a un ser humano es la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, para decidir su propio camino “La libertad interna”.
“Es esta Libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito”.