31 países en la mesa de la sexta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), y a México lo flanquean Cuba y Bolivia. ¿Orden alfabético, o le dieron órdenes al alfabeto para complacer al presidente anfitrión? Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que el presidente López Obrador maneja la política exterior igual a la interior: mandan sus filias y sus fobias, cueste lo que cueste.
La CELAC es el foro latinoamericano de integración e intercambio más importante para la región, una gran oportunidad para que México se presente no sólo como líder para enfrentar desafíos como la pandemia, los bloques económicos y el cambio climático, sino como facilitador de diálogo en un momento en que Latinoamérica está partido en dos. Pero López Obrador decidió opacar esa agenda. Prefirió desplegar la alfombra roja para recibir, como invitados especiales, a dos líderes de regímenes dictatoriales: el más longevo de Latinoamérica y el más radical de la actualidad.
El problema no está en que asistan sino en el recibimiento especial. El problema no está en sentarse a dialogar con los lideres de la región sobre sistemas y valores ideológicos reflejados en las políticas nacionales y exteriores, el problema está en dar un espacio privilegiado durante la celebración de la Independencia -momento cumbre de nuestro sentimiento patriótico- a un jefe de gobierno que hace unas semanas reprimió con violencia a manifestantes que en su país sencillamente anhelan una mejor calidad de vida, con justicia social y democracia. Mientras López Obrador apapachaba dictadores, Europa pedía sanciones contra ellos.
Tan vergonzosa la actuación de México en la CELAC, que otros países vinieron a darnos clases de política exterior a domicilio. El presidente uruguayo, Luis Lacalle, alzó la voz para cuestionar las dictaduras donde “no hay democracia plena, separación de poderes y se utiliza los aparatos del Estado para reprimir a los disidentes y encarcelar a los opositores”. Otros países que no encuentran nada que tolerar ni admirar en Cuba o Venezuela, lo secundaron. La organización Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio declaró este sábado “persona non grata” al presidente López Obrador “por su apoyo y reconocimiento a los dictadores Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel”.
Tan vergonzosa la actuación de México, que en una cumbre donde las reglas de etiqueta son forma y fondo, el anfiitrión comete el error más básico de la diplomacia ofreciendo tratos preferenciales basados en un idealismo trasnochado.
Andrés Manuel López Obrador es juarista hasta que lo traicionan sus filias y sus fobias, y entonces solo queda el obradorista.
Hace exactamente 5 años, Peña Nieto recibió al entonces candidato Donald Trump. López Obrador calificó el encuentro como un error. “Debemos ser prudentes, precavidos y no meternos en la vida interna de ningún otro país, para que ellos no se metan en las decisiones que solo corresponden a los mexicanos”. A tres años de su administración, está claro que el criterio se ajustó a su conveniencia.