Pues llego el día, ese día esperado y al mismo tiempo temido por los zopilotes, pues hoy es necesario volver a salir, a trabajar, a luchar y a vivir por nuestros cuervitos.
Estos meses de pandemia, a muchos sorprendieron en bendiciones al estar con sus cuervitos y su pareja recluidos, redescubriendo sus personalidades, gustos y aficiones y estrechando lazos de amor. Para otros, fue caer en el desamor, la desolación y el pleito, que hicieron imposible la convivencia y mejor prefirieron separarse. Para otros más, la vida siguió su curso normal y no hubo necesidad de reestructurar o sacrificar pues siguieron saliendo y viviendo como antes. Y también hubo algunas familias quienes perdieron a un ser querido, cercano o lejano, como fue mi caso, y la muerte marcó nuestra vida, queriendo vivir desde ese momento con el corazón pleno, aprovechando cada instante, hasta el último momento.
Sea cual sea la experiencia, habiendo pasado o no el virus, la vida nos empuja a regresar a trabajar, dejando de lado el riesgo de infección, considerada hoy ya por la Organización Mundial de la Salud como endemia, que es una enfermedad que afecta a un país o una región determinados, habitualmente o en fechas fijas; es decir, que el coronavirus llego para quedarse y será una enfermedad habitual a la que tendremos que acostumbrarnos y que sólo los más fuertes podrán sobrevivir.
Así, todos, con riesgo o sin riesgo, necesitamos volver al trabajo, a las escuelas, a la actividad económica, a la vida en movimiento, a la productividad y a nuestras actividades, pues de lo contrario moriremos de hambre, además del riesgo del coronavirus.
Para nosotros los zopilotes, dejar a nuestros cuervitos en casa para regresar al trabajo, en los tiempos de clases en línea y ante tantas amenazas, es muy muy complicado. Una decisión que quizás te deja sin dormir, al tiempo en que añoras que abran las escuelas y así los cuervitos tengan orden para que los zopilotes podamos trabajar en paz… pero luego escuchas que los niños también tienen riesgo en la enfermedad y sabes que en su naturaleza de niños pequeños, no resistirán robar la paleta Tutsi al compañerito o una papa a la hora del recreo, así que sabemos que por su edad y consciencia en formación, resulta complicado que puedan cuidarse con Cubrebocas 8 horas y sanitizante constante.
Así, ¿qué podemos hacer los zopilotes? ¿Qué nos toca ante este mundo de cabeza? Pues considero que lo más importante es confiar. Confiar en que podremos salir adelante, cuidarnos, reorganizarnos y mantener la salud. Confiar en que cuando abran las escuelas tendrán los mejores sistemas de prevención de contagios y conservar La Paz de mente, teniendo profunda fe, porque no nos queda de otra.
Zopilotes a trabajar, cuervitos a estudiar y el mundo a acomodar este tema que tanto nos afecta de la ahora endemia ‘Covid19’ que, sin remedio, ni vacuna, nos obliga a enfrentar el riesgo.
Tú, ¿qué piensas? Te leemos. @trixiavalleoficial