Estamos terminando la temporada de huracanes en el Atlántico, que ha sido una de las más activas de los últimos años; bueno, esta frase la hemos dicho en 2017, 2018, 2019, 2020 y seguramente la seguiremos diciendo, ya que el cambio climático está aquí y es difícil pensar que será de otra manera en el futuro.
Para lograr disminuir el cambio climático necesitamos disminuir nuestras emisiones globales; esto requiere de políticas adecuadas, de acciones empresariales claras y sobre todo (y lo que creemos más importante) de cambios de hábitos muy concretos en las personas.
Hay muchos sectores económicos que contribuyen de forma importante al aumento de Gases Efecto Invernadero (GEI) a la atmósfera (los causantes del cambio climático), y el turismo no es la excepción; nuestro sector, que históricamente hemos llamado ‘la industria sin chimeneas’ genera el 8% de las emisiones de GEI a nivel global al año. Es decir, si lo comparáramos con un país, sería el cuarto más contaminante del mundo.
Para nosotros, que somos parte de una comunidad cada vez más amplia de viajeros responsables, aquellos que tomamos en cuenta los impactos que genera nuestro actuar diario, y nuestra forma de viaje, estos datos pueden hacernos entrar en conflicto.
¿Por qué? Porque nos encanta viajar, creemos en el turismo como una gran herramienta para generar bienestar, porque disfrutamos conocer otras culturas y paisajes, pero no queremos hacerlo a costa del planeta. Y esta conciencia ha dado pie a movimientos como ‘flygskam’ o vergüenza de volar, que ha generado que ciudadanos de países desarrollados dejen de volar por no generar impacto.
Pero entonces, si queremos viajar pero al mismo tiempo contribuir a la lucha contra el cambio climático, ¿qué hacer?
Primero, medir nuestras emisiones de GEI. En nuestra calculadora www.turismocerohuella.com/calculadora.php el turista puede saber el impacto que genera su viaje completo.
Segundo, cambiar hábitos durante el viaje: considerar viajar con empresas que tienen programas ambientales, evitar en lo posible hacer escalas (puede ser más barato para el viajero, pero no para el planeta) y viajar lo más ligero posible (entre más peso hay mayor consumo de combustible y por ende, emisiones), entre otros.
Tercero: compensar. Esto se refiere al hecho que como viajeros, podemos invertir en organizaciones que cuidan y reforestan bosques y selvas, con el objetivo de que nuestra emisión de GEI sea ‘capturada’ por los árboles en su proceso de fotosíntesis, y así lograr viajes con menor impacto a la atmósfera. Nosotros generamos emisiones, los ecosistemas las capturan y las convierten nuevamente en oxígeno.
De esta manera, damos un paso importante para ser más conscientes a la hora de viajar, logramos medir nuestro impacto, apostamos por disminuirlo y, de esta manera, evitamos que la crisis climática siga avanzando.
Por: Vicente Ferreyra Acosta
Director de Sustentur, con 20 años de experiencia en turismo sustentable; columnista, conferencista y consultor internacional.