Las nuevas cepas del virus ponen en duda la posibilidad de una tercera dosis de refuerzo en todo el mundo.
Israel ya comenzó a administrar una tercera dosis de refuerzo a pacientes con cáncer, personas que han recibido un trasplante reciente o aquellos que hayan pasado por un proceso que genere una disminución en la eficacia de la vacuna.
La posibilidad de una tercera dosis abre un debate de diversas vertientes, en primer lugar la Organización Mundial de la Salud (OMS) insiste en priorizar la administración de primeras dosis a países rezagados. Sin embargo, Pfizer tiene en sus planes solicitar una tercera dosis para que sea analizada por regulaciones estadounidenses.
«Actualmente no hay suficientes datos para apoyar el uso de una vacuna de refuerzo para ningún paciente», explica el doctor Andrew Badley, de la Clínica Mayo en E.U.
Si bien, Reino unido también está considerando la alternativa de una tercera dosis, debido a los nuevos repuntes que ha registrado consecuencia a la variante Delta. Inocular nuevamente a los ciudadanos puede ser una realidad palpable en poco tiempo debido a que las farmacéuticas señalan que la efectividad de estas dosis puede verse afectada.
De acuerdo con El Financiero, Pfizer señaló en julio que su dosis pierde efectividad contra el virus SARS-CoV-2 después de seis meses. Por otro lado, un estudio de University College of London (UCL) mostró que los anticuerpos generados por la dosis de AstraZeneca comenzaron a disminuir seis semanas después de la segunda inoculación.
«Los niveles de anticuerpos no son siempre predictivos de la protección. Los datos actuales sugieren que la memoria de las células B puede ser más fiable. Cuando se comprenda mejor, entonces puede que necesitemos una dosis de refuerzo para la inmunidad que mengua en el tiempo», añadió Badley.