Nadie puede ser juzgado dos veces por el Mismo hecho.
Hoy, en el día del abogado, me permito felicitar a todos los defensores de la Ley y hacer un recuento de lo más sobresaliente al convivir con una persona “entrenada profesionalmente para discutir”, como me dijo otra querida jurista.
Si ya estás saliendo con un legista, considera muy bien tus usos y costumbres. Si un día amaneciste más con el apapacho en alto, detallista y de buen ánimo, ten por seguro que el hecho será tomado en cuenta. Repite dos o tres veces y se hará parte de aquello conocido y esperado. La costumbre sienta jurisprudencia.
Olvídate de sentirte triunfador en cualquier argumentación que emprendas. Prepárate a flexibilizar tu mente y aguzar los sentidos, aquello de profesionalizar las discusiones, ES serio. Te pueden presentar la misma situación desde una docena de perspectivas diferentes y todo lo que digas puede, y será, usado en tu contra.
Ahora bien, doy testimonio de cuánto bien le
hace a uno todo esto para aprender a hablar de lo que sabe, investigar de lo que ignora y a ir conectando cada vez más y mejor el seso con la boca.
Prepárate a enterarte de un montón de cosas que no sabías, desde conceptos, palabras hasta la funcionalidad del sistema social del cual formas parte. Salir con un abogado está bien, ahora bien casarse
con uno, esa sí es una empresa de altísimo riesgo, tu mundo y la visión que tengas de él cambiará por completo.
Y la mejor cosa, si te aventuras, como yo, a dejarles expresarse y sumergirte en su manera de ver, la vida cobra dimensiones insospechadas, matiza desde el fluir natural de las cosas hasta la contundencia de la aplicación de la ley, pues desconocerla no te exime de su cumplimiento.
Para todo lo demás, existe el acontecimiento futuro incierto.