Salvación de las almas
Me avergüenza escribir sobre mi estado emocional de los últimos seis meses.
Me avergüenza porque absolutamente todo el mundo ha pasado y sigue experimentando dificultades impensables, tan universales y tan individuales.
Covid es una guerra, contiene todos los elementos de una guerra: miedos, muerte, separación de los seres queridos, restricción de la libertad, quiebra, un cambio total en la vida.
Las dificultades universales se refieren a las etapas psicológicas clásicas de aceptación, tales como: ignorancia, rechazo, irritación, aceptación de teorías conspirativas, cinismo, miedo, indiferencia, depresión, fatiga, etc.
Cuando empezaba la nueva realidad cuántas veces te has dicho: “soy fuerte, puedo soportarlo. Incluso es bueno que esto esté sucediendo, finalmente yo:
(Escoge la respuesta correcta) leeré y/ó escribiré libros, haré dieta, deporte. Hay personas débiles, pero yo no. Voy a aprovechar al máximo este tiempo”. A medida que pasaban los meses estas pendientes de lo que sientes y poco a poco la afirmación ‘lo soportaré sin problemas’ se transformó en la pregunta ‘¿realmente lo soportaré sin problemas?’.
El deporte, la escritura de un libro y todo lo demás empieza perder el sentido y ganas. Llega un momento en el que te envuelve un viscoso manto de pereza, simplemente no tienes ganas de hacer nada. Pero esto no es la pereza, este es el comienzo de la depresión disfrazado de la pereza.
Te mueves menos, haces menos y simplemente entras en un estado de ‘esperar hasta que regrese todo a la normalidad’. ¿Conoces este sentimiento? ¿O era solo mío?
Cada una de estas etapas se refracta en el alma de cada persona, encuentra su propia forma de expresión y resistencia, dependiendo de su fuerza mental y su entorno.
Me avergüenza escribir sobre mi estado emocional porque vivo en Cancún.
Todos somos unos afortunados increíbles. Vivimos en un clima cálido, junto al mar, comemos fruta todo el año, somos libres de movernos y ahora vivimos, de hecho, una vida casi normal.
Cada una de estas condiciones por separado podría salvar el alma de cualquier persona. Estoy segura.
Nosotros tenemos todos. Me di cuenta de esto cuando hace un par de días estuve en una junta de trabajo en la orilla del mar en un hotel en Cancún con su director. Sí, sí, estas eran las condiciones de mi trabajo: mis ojos estaban cegados por el turquesa del mar, conversamos, nos atendieron lindísimos meseros y esperaba el final de la junta para zambullirme en el mar.
Hablamos sobre las tendencias, las perspectivas, la situación del turismo en el mundo. Mi interlocutor estaba platicando cómo los turistas reaccionan cuando van por primera vez a la playa.
Nunca existió una reacción tan dramática de una persona que viene de otro mundo – frío y limitado a lo que nos rodea diario. La gente sale a la playa y se pone a llorar. Estas lágrimas son la liberación de los miedos acumulados, la limitación de la libertad, la sensación de que la otra vida nunca volverá. Allí parado descalzo en esta orilla, uno de repente se da cuenta de que la vida si volverá, porque aquí está, aquí ahora mismo.
El viento cálido acaricia tu rostro, tus pies sienten la arena, los pájaros siguen volando, las nubes pintan dibujos en el cielo y estás rodeado de gente dispuesta a cumplir todos tus deseos.
Cada día aquí traerá un poco más de paz, confianza en el futuro del planeta, salud.
Cada día aquí dará fuerzas para otros meses de paciencia al regresar a casa.
Cada día aquí es la terapia tan necesaria, el tratamiento para tu conciencia torturada.
Y mi colega me dijo: escribe sobre eso. No sobre turismo. Sobre la importancia de la existencia de México para el mundo de hoy, para la salvación de su alma. Después de todo, somos los únicos que aceptamos mimarnos, pero al mismo tiempo cumplimos con las normas de seguridad sanitaria, como en ningún otro lugar del mundo.
Escribe, me dijo, que hoy estamos salvando al mundo por la ausencia de histeria mundial, por las fronteras abiertas. Nunca en la historia el turismo ha jugado un papel tan importante en la salud mental de la humanidad. No se trata de curiosidad histórica, no se trata de vacaciones.
Se trata de salvar las almas de las personas y como consecuencia – sus vidas también.
Me llaman amigos y clientes que quieren venir y su primera frase es la misma: “Lo necesito. De lo contrario, me volveré loco».
La salud mental del mundo se encuentra en un estado muy vulnerable: aumento de los suicidios, agresiones callejeras, exacerbación de los conflictos sociales, un gran salto en el número de los divorcios. Si cada una de estas personas pudiera sumergirse en nuestro mar, sin duda, la situación en el mundo sería completamente diferente. Nuestra playa hoy, nuestro país – es un centro de curación mundial. Un oasis de adecuación y salud mental. La palabra ‘turismo’ se ha transformado por completo en la actualidad. El turismo hoy es el sinónimo de salvación de las almas. Estamos esperándote.