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    Lo que ya no fue

    Opinión

    Durante los últimos 30 años, en Cancuníssimo hemos sido testigos del crecimiento de Cancún y Quintana Roo con megaproyectos únicos, pero también hemos estado ahí cuando obras que se presentaron con “bombos y platillos” no se concretaron. Para muestra, unos cuantos botones.

    En 1991 la mega obra anunciada para el destino era Malecón Cancún, aunque previamente era conocido como proyecto San Buenaventura, realizado por empresarios nacionales, y que fue presentado en sociedad en junio de aquel año, generando gran expectativa mediática. Consistía en la construcción de dos mil 205 viviendas en conjunto horizontales, 929 multifamiliares y 668 en conjuntos mixtos en un predio de 81.6 hectáreas, de acuerdo a la Dirección General de Impacto Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). 

    Sin embargo, a pesar de contar con diversos permisos por parte de Fondo Nacional para el Turismo (FONATUR), este no se concretó, debido a Manifestaciones de Impacto Ambiental que tenían que ser solventadas y alargaron los procesos de preparación del terreno para su construcción, hasta ser olvidado completamente. Hoy, parte de estos terrenos corresponden a dónde se encuentra actualmente el Malecón Tajamar, proyecto que aún se encuentra en proceso legal, debido a diversas denuncias de carácter ecológico.

    Otra de las obras anunciadas fue la Torre del Centro de Convenciones, la cual estaría a un costado de este en la Zona Hotelera. Se trataba de un centro de negocios con oficinas y restaurantes, con diseño vanguardista y con tecnología de punta para la época (1993), que incluso, recordaba en su arquitectura a la Space Needle, en Seattle, Washington.

    La intención de esta obra era que fuera parte icónica de la ciudad y ampliará la visión de Cancún como centro internacional de negocios. Esta obra tampoco prosperó, pues a pesar de su presentación y la existencia de maquetas e ilustraciones, trascendió la falta de capital suficiente para su inversión, lo que hizo retirar el interés de los grupos empresariales interesados. De haberse concretado, se localizaría actualmente al costado izquierdo de la entrada del centro de convenciones.

    Lo que ya no fue

    También, Puerto Cancún, tal y como lo conocemos hoy en día, era muy diferente a la conceptualización presentada a finales de los 90. En 1999, Fonatur licitó la carta opción de este proyecto. Resultó ganador el Grupo Promotora Cancún Sunset Clubs, e ICA. Esta obra reposicionaría a Cancún como un desarrollo náutico-golfístico de calidad a nivel mundial.

    De acuerdo a los primeros planos del proyecto, Puerto Cancún sería un conjunto de villas y residencias, rodeados de campos de golf, embarcaderos, puertos de abrigo y otras amenidades. Con el paso del tiempo y conforme el Plan de Desarrollo Urbano (PDU) se flexibilizó y permitió la construcción vertical, este proyecto comenzó a mutar.

    También se suma que la tendencia actual son departamentos de lujo, con servicios de hotelería, rodeados de espacios integrales de esparcimiento y centros comerciales. Estos cambios han significado la opción correcta, al concretarse como la punta de lanza del desarrollo inmobiliario hoy en día en nuestro destino turístico.

    Entre las obras anunciadas pero nunca concretadas sobresale una por su curiosidad: el Monorriel de Cancún. Ya con planos, incluso un mapa de estaciones, paraderos y estudios

    técnicos, esta obra sería realizada por la constructora Rioboó y partiría de la Av. Kabah, hasta la zona hotelera, a la altura de las Ruinas del Rey, de acuerdo a documentos de la época. Sería de tecnología canadiense y tendría la capacidad de desplazar a 150 mil pasajeros en un día, en un tiempo de 39 minutos y con una velocidad de 35 kilómetros por hora.

    Incluso se señalaba que generaría 450 empleos directos a lo largo de 19 paraderos, además de “satisfacer la demanda de tráfico masivo mediante un sistema que satisfaga las demandas de seguridad, rapidez y comodidad del usuario”, como se anunciaba en ese entonces.

    Este proyecto ha estado en el tintero desde finales de los 90 y diversas administraciones estatales y federales han buscado llevarlo a cabo sin éxito. Incluso, se supo que en el 2018 estaban interesadas empresas japonesas para su construcción, con modificaciones en su ruta. El anuncio formal de la construcción del Tren Maya cambió las prioridades de la Agencia Estratégica de Proyectos (AGEPRO) y lo pausó nuevamente, debido a que ahora las autoridades enfocarán sus esfuerzos para concretar el puente sobre la Laguna Nichupté, en la zona hotelera.

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