Su comportamiento había dejado poco espacio a pocos reproches. El día de las elecciones guardó un respetuoso y democrático silencio. Esperó hasta que la autoridad electoral divulgó los resultados, y luego pronunció un discurso sobrio, respetuoso con los rivales, salpicado de muestras de apertura y tolerancia al que piensa distinto.
En el Zócalo, esta sobriedad no sucumbió ante la tentación de la plaza. Leyó bien el apagado ánimo social. Su triunfo no despertó el entusiasmo que el de AMLO hace seis años: basta ver la diferencia de gente en el Zócalo la noche de la elección del 2018 y del 2024.
Luego, cuando el coordinador de los Diputados de Morena desató el incendio en los mercados financieros por declarar que el Plan C se aprobaría de inmediato, en septiembre, la virtual presidenta electa salió a apagar el fuego. Hizo llamadas telefónicas con las cabezas de los organismos financieros internacionales. Habló en inglés, les dijo que ella era una científica que creía en las energías limpias, como diferenciándose. Se juntó con el representante del fondo de inversión más grande del mundo. Logró calmar los ánimos, frente a la preocupación internacional que ha generado el apetito de demoler a la Suprema Corte y al INE. El dólar, que se había disparado, bajó tantito. Acusó recibo de las señales de una Claudia Sheinbaum que se presentaba como moderada.
Y entonces alzó la voz el presidente. Y Claudia guardó silencio.
Desde la mañanera, López Obrador empujó porque el Plan C se aprobara a la brevedad. La virtual presidenta electa ya no dijo más. Y ayer terminó sucumbiendo. Una semana duró la versión moderada de Claudia Sheinbaum. Ayer comió en Palacio Nacional y López Obrador la puso en orden. Al finalizar, Sheinbaum ofreció una conferencia para anunciar que tan pronto como en septiembre buscará que se apruebe la reforma a la Suprema Corte, la que diseñó y quiere López Obrador. Que quede claro quién manda aquí.
Y el dólar volvió a dispararse. Podrán tener 35 millones de votos, pero eso no quita que todo el mundo descubra que detrás de ese Plan C hay un anhelo autoritario que enciende todos los focos rojos.
Como puso un sabio en redes sociales: AMLO no va a dejar de mandar cuando se vaya a su rancho en Palenque. Simplemente va a empezar a experimentar el home-office.
SACIAMORBOS
La poca categoría que han mostrado ante el triunfo arrollador.
Mario Delgado incendia Jalisco, incapaz de reconocer una derrota. Martí Batres apuesta por el chanchullo en la Ciudad de México para quedarse con super mayoría en el Congreso local y lograr que su hermana alcance lugar en la Cámara. Los desplantes de Noroña en el INE o los de los propagandistas en medios y redes sociales. Y el presidente, que sigue destilando cada mañana su inagotable reserva de odios personales.
No son generosos en la victoria.