El pasado 15 de septiembre la ceremonia del grito de independencia se celebró con la ausencia de los representantes de los poderes legislativo y judicial, algo inédito en la vida institucional del país, pero fue decisión del presidente López Obrador no invitarlos, pues afirmó no tener buena relación con ambos poderes, y bueno, ya lo conocemos, ese es su estilo.
Se dice que la primera celebración del grito la hizo Ignacio López Rayón en 1812 en “Huichapam” hoy Estado de Hidalgo. En 1813 Morelos incluyó en su tratado “Sentimientos de la Nación” la solicitud para establecerla. En 1825 el primer presidente de México, Guadalupe Victoria designó el 16 de septiembre como fecha de la conmemoración. Maximiliano de Habsburgo instituyó que se hiciera en Dolores Hidalgo, en Guanajuato; y en 1896, Porfirio Díaz oficializó que el grito se hiciera el día 15 por la noche, en base a que tradicionalmente el pueblo se adelantaba a comenzar las fiestas. Fue en esa misma fecha que ordenó trasladar a Palacio Nacional la Campana de Dolores, misma que replicó mientras Hidalgo arengaba al pueblo a tomar las armas, y es la que actualmente está colocada arriba del balcón presidencial de Palacio Nacional, la cual cada presidente hace sonar en el Zócalo de la Ciudad de México.
Dado que esta conmemoración no está regulada y es más bien una tradición, cada presidente le pone su sello personal y aprovecha para ensalzar sus banderas políticas, por lo que históricamente cada grito ha sido muy variado en su contenido; y cada uno de nosotros tenemos nuestra óptica y vivencias propias. Recuerdo yo haber estado algunas veces en Palacio Nacional y ver los fuegos artificiales desde el balcón; la gente muy alegre cantando y disfrutando de la fiesta. Además antes, el atractivo era ver la iluminación de la ciudad y gozar la verbena popular, pero hoy invitan a grupos musicales para entretener a la gente convirtiendo el evento en un macroconcierto.
Tenemos la costumbre de que cada año en la casa se coloca la bandera igual que en la oficina, aunque he visto que se ha ido perdiendo el entusiasmo por colocar las banderitas en los carros y en otros sitios. Como sea, el grito es la fiesta mexicana que nos llega al corazón y nos llena de orgullo a todos los mexicanos; Así que este mes patrio ensalcemos nuestra mexicanidad y sigamos gritando ¡Que viva Quintana Roo! ¡Que viva México!
Me despido y les invito a seguirme en Twitter @Cristinalcayaga.