Queridos mejores amigos:
Es la 1:20 de la noche y sigo dándole vueltas a una idea ‘Somos lo que comemos’, sé que es un cliché ‘wellness’ bastante trillado, pero viéndolo desde una perspectiva social también tiene sentido, y de eso es de lo que les quiero platicar hoy.
Hace unos ayeres escribí un artículo que plantea la premisa genuina de llamar a la gastronomía un arte y mi secuencia de ideas conducía a lo evidente: los platillos y maneras de comer de cada época son el reflejo que corresponde a un entorno social, es decir, el Mole responde al Barroco, como la sopa enlatada al Arte Pop.
Y bien sabemos que eso no es coincidencia, algo tuvo que pasar en el mundo para que comiéramos así, una revolución como la francesa, un invento como el microondas o un movimiento social como el empoderamiento femenino, por ejemplo.
Hoy día, analizando un patrón de consumo, me doy cuenta de que la tendencia en las nuevas formas de alimentarnos o en los productos que consumimos van hacia lo orgánico, sostenible e incluso me atrevería decir que con un poco más de apertura a la conciencia social. No es coincidencia que las grandes empresas se hayan trepado al tren del ‘no me olvides’ para no quedarse atrás.
Hace poco PepsiCo, dueña de la marca ‘Aunt Jemima’, decidió retirar esta marca del mercado y hacer un rebranding de esta como una muestra de sensibilidad ante la situación adversa que enfrenta Estados Unidos en contra de los estereotipos raciales.
Los pongo en contexto: el personaje de ‘Aunt Jemima’ fue inventado por el primer dueño de la marca, quien se inspiró en una canción de la época; con el tiempo, la mujer que le dio vida a este personaje fue Nancy Green quien nació como esclava y fue ejemplo de superación por su lucha a favor de la igualdad que logró, irónicamente, representando al estereotipo de la ‘Big Mama’, quien, desde su lugar, como parte de la servidumbre, repartía dulces momentos.
La decisión que tomó este ‘monstruo de los alimentos procesados’ ha despertado diferentes opiniones, pues hay quienes se alegran por romper el estereotipo y otros tantos que sienten que se ha retirado la representatividad al remover a este personaje icónico de la lucha por la igualdad.
La cosa no termina ahí, cada país ha adoptado posturas similares en diferentes momentos.
En México el ‘Negrito Bimbo’ cambió hace muchos años a ‘Nito’, en Colombia los bombones de chocolate ‘Beso de Negra’ este año decidió cambiar su discurso comercial y en España sigue la discusión por reivindicar a los ‘Conguitos’, golosinas que ‘cosifican’ a las personas afrodescendientes.
Tal vez un cambio de nombre o marca parezca poco, pero a final de cuentas los medios son también parte fundamental de la ‘idiosincrasia de la sociedad’.
Lo que es cierto, y el punto que quiero poner en la mesa, es que los movimientos sociales también influyen en nuestra manera de consumir y si bien el cambio de empaque es un buen comienzo, los productos que compramos y como nos comportamos al consumirlos, es realmente lo que hace la diferencia.
Mi invitación es a la reflexión y a llevar a cabo prácticas diarias que generen un ecosistema libre de ideas limitantes, ya sea en el consumo de productos procesados o incluso dándole su lugar a las personas que nos venden sus mercancías aún desde un puestito afuera de sus casas.