Este es un tema muy complejo que está enraizado en lo más profundo del tejido social.
En el día de la conmemoración para erradicar la violencia contra las mujeres, llamaron la atención las marchas en distintos lugares del país, algunas con manifestaciones violentas mientras simultáneamente en otros sitios ocurrían foros y conferencias que abordaban la misma problemática, con un enfoque propositivo de diálogo y propuestas para aportar soluciones.
El fenómeno todavía está lejos de ser atendido adecuadamente. Las cifras son lapidarias; de acuerdo al INEGI, el 66% del total de mexicanas mayores de 15 años, afirman haber sufrido cualquier forma de violencia alguna vez en su vida, o sea que 6 de cada 10 mujeres, han experimentado algún tipo de violencia, siendo la emocional la más consistente, seguida por la patrimonial, la física y la sexual. En los últimos 10 años, las cifras de la violencia contra las mujeres se han disparado agravándose además durante estos casi dos años de pandemia.
Este es un tema muy complejo que está enraizado en lo más profundo del tejido social pues existen muchas variantes de las formas de violencia que no son debidamente consideradas. Un ejemplo es la venta de niñas para casarse que todavía ocurre en comunidades indígenas como las del Estado de Guerrero, si alguna se rebela; es castigada por manchar el honor de la familia, porque es una práctica basada en Usos y Costumbres de esas etnias.
Para erradicar la violencia contra las mujeres en todas sus formas, es imperativo trabajar desde lo local, atendiendo a las particularidades de cada región, sea urbana o rural y de cada grupo social, utilizando como herramientas el diálogo y la razón, con el soporte de políticas públicas sólidas basadas en los derechos humanos y en la ley. Es urgente atender este fenómeno que lastima a las familias y a nuestra sociedad, y a nuestro México.