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    OpiniónDe gatos y política: Carlos Matus

    De gatos y política: Carlos Matus

    Opinión

    De algo tenemos que hablar

    Si de algo estoy seguro, es que por más que nos sintamos la especie dominante en este planeta, hemos sido domesticados por los gatos, por lo menos aquellos que los tenemos.

    Está comprobado científicamente, es más alta la probabilidad que sea un gato el que nos rija con sus horarios y nos haga adaptarnos a sus manías, a las que nosotros podamos enseñarles trucos y otros menesteres que solo quedan para los perros.

    Y usted se preguntará, ¿y porque estoy leyendo en este momento sobre gatos? Pues, bien, aquí va. La historia de los gatos y los hombres data al menos 4 mil años A.C. e incluso en el 2,500 A.C. eran considerados sagrados en el antiguo Egipto, y tan solo hemos arañado el comportamiento de los felinos en nuestros hogares, así pues, la democracia más antigua registrada data del siglo VII A.C. en Atenas, antigua Grecia, y si, siendo más antigua nuestra vida con los gatos no hemos podido desenmarañar sus misterios, en el caso de la democracia sucede lo mismo.

    Estamos en un momento interesante en la política mexicana. Mientras que por más de 80 años se estableció una partidocracia (dominada por el PRI durante 70 años y después con una alternancia por parte del PAN), el día de hoy la llegada al poder de MORENA ha cambiado mucho las formas en que se realiza la política, pero poco a los políticos.

    Ahora vemos alianzas entre partidos, que hasta hace un par de años considerábamos imposibles y vemos, literalmente como ideologías que era como el agua y el aceite se mezclan, con el peligro que eso conlleva: una combinación explosiva que nos puede reventar en la cara.

    Es aquí donde nos preguntamos, ¿de que sirven los partidos políticos? En forma teórica, un organismo político reúne a un grupo de ciudadanos bajo ideales similares, que los rige un estatuto, valores, incluso metas, que encausa talentos y lealtades hacía un fin común, sin embargo, en las elecciones que actualmente vivimos, hemos observado a políticos inscritos en partidos que hasta hace poco atacaban.

    ¿Dónde quedan los ideales político-partidistas?, fácil, quedan en el mejor de los postores.

    Eso resume, por lo menos en Quintana Roo, la calidad de candidatos que contienden en la mayoría de los puestos de elección popular, especialmente en los partidos que, desesperados, han asumido alianzas imposibles, con el fin de mantener el registro y con ello las prerrogativas.

    Creo que es momento, al igual que con los gatos, de detenernos un momento y reflexionar sobre la democracia que vivimos hoy en día, ¿Qué tanto hemos descubierto de ella, que tanto hemos aprendido y nos ha enseñado?

    Es vital saber el papel de la democracia en México frente a los altos riesgos de los autoritarismos que asoman desde el Palacio Nacional a órganos, que, en teoría, deberían de ser autónomos, como es la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el Instituto Nacional Electoral (INE), que en pleno 2021, parecen más como pelotas de estambres a merced de las garras de un gato más viejo, con más experiencia y con la sabiduría de saber exactamente que hilos mover para que el dueño obedezca.

    A estas alturas, espero que comprendamos que el ‘dueño’ del gato es el pueblo mexicano, y el felino, que nos ha tomado como país, se sienta en la silla más importante, placido, feliz, en espera hacer sus movimientos.

    Así pues, tiende a causar miedo saber que, si en más de 6 mil años de vida del hombre con los gatos no hemos podido domarlos, ¿Qué nos espera a nosotros con la política cuando apenas llevamos poco más de 200 años viviéndola, y solo dos años comenzando una ‘cuarta transformación’?

    De mientras, les dejo, que mis tres gatos han comenzado a maullar, ya me piden les sirva de comer, porque si no hacen paro sobre Reforma, digo, sobre la sala, hasta que se les cumplan sus exigencias. ¿A quien nos recuerda?

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