Donald Trump y Elon Musk oficializaron su separación política. Lo hicieron este viernes, frente a las cámaras, en un acto lleno de elogios mutuos. La ruptura fue amistosa y pactada. No hubo reproches ni conflictos.
El presidente y el empresario más influyentes del mundo cerraron así una de las alianzas más inusuales de la historia reciente. Trump lo definió como una “salida ordenada”. Musk, con gorra y camiseta, aseguró: “No es el fin, es el principio.”
Durante 2024, Musk pasó de la neutralidad política a un respaldo total a Trump. Tras un intento de asesinato en julio, el dueño de Tesla y X invirtió más de 275 millones de dólares en su campaña. Además, lideró el polémico Departamento de Eficiencia (DOGE), conocido por recortar programas públicos y despedir funcionarios.
Ahora, Musk abandona formalmente su cargo. “Era una misión temporal,” explicó. Prometió seguir colaborando como asesor externo y defendió su legado: una administración pública más austera. También pronosticó que el DOGE ahorrará hasta mil millones de dólares al Estado.
Trump, por su parte, aseguró que “Elon seguirá yendo y viniendo” y lo llamó “amigo”. El acto estuvo cargado de gestos simbólicos. Musk criticó a los medios y a los demócratas, mientras elogiaba el estilo dorado del entorno presidencial.
La ruptura es solo formal. Musk seguirá vinculado a Trump y su entorno. Pero su salida marca el cierre de una etapa polémica y transformadora para la política y la tecnología en EE. UU.