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    OpiniónTik Tok, ¿Qué rayos hago aquí?: Carlos Matus

    Tik Tok, ¿Qué rayos hago aquí?: Carlos Matus

    Opinión

    Ok. Tengo que reconocerlo. Después de sobrevivir todo el 2020 sin haber instalado Tik Tok, hace apenas una semana decidí dar el paso y explorar esta red social. Podría dar todo un discurso de que lo hice por fines de investigación, conocimiento y observación, pero la verdad, creo que fue más por un instinto de ‘chavoruquez’ que me hizo decir que tenía que ver ‘cuál es la onda’ de los centennials, esa generación nacida después de los años 2000 y que han vivido bajo el cobijo de los dispositivos digitales y las redes sociales.

    Como todo un nómada digital, luego de descargar la aplicación, comencé a navegar con prueba y error dentro del contenido de esta plataforma.

    La primera experiencia no fue muy grata. Video tras video de chicas bailando o de jóvenes haciendo bromas pesadas, previamente planeadas y mal actuadas, en clips de 30 segundos o menos que se repetía en un bucle infinito si no lo cambiaba. De entrada, muy diferente a otras plataformas que uso, como YouTube, Facebook y Twitter.

    Tenía una cara de incredulidad. Estaba a punto de claudicar, cuando decidí platicar mi experiencia con un amigo, menor que yo, y me dijo: sí, hay muchas cosas ridículas, pero también tienes que filtrar el contenido que quieres ver.

    Fue ahí donde comenzó a verse la luz en mi experiencia dentro de Tik Tok, al permitir que el algoritmo de la plataforma me filtrara el contenido que me interesaba y he encontrado cosas muy interesantes, incluso, he realizado algunos videos, y es aquí un punto que quiero señalar: la plataforma tiene una capacidad de permitir la edición de material audiovisual de forma impresionante, al alcance de la mano, con lo que ahora entiendo cómo es que personas jóvenes pasan mucho de su tiempo editando, desde un móvil un video, al cual le ponen efectos, música (con derechos de autor), tipografías, y hasta edición de tiempos. Una verdadera app de edición móvil, al alcance de un dispositivo y totalmente gratuito.

    Estas herramientas, acercan de forma importante, la creatividad digital a una generación absorta a los dispositivos móviles de formas que Instagram, o Snapchat solo habían asomado en sus capacidades.

    También la filosofía implícita en las características de la plataforma deja en evidencia lo que rige a las nuevas generaciones: la inmediatez y la medición de la “calidad” a través de los like´s instantáneos.

    Los usuarios tienen 30 segundos (poco más, poco menos) para captar la atención de millones de visualizadores a nivel mundial. La inmediatez innata en la plataforma es el reflejo de la generación centennials, a la que solo tienes una oportunidad de conquistar: los primeros 5 segundos de tu video, si no, los pierdes y pasan al siguiente.

    Y es aquí donde radica lo tiránico. Calificar (mediante un like) la calidad de material realizado por una persona en los primeros segundos, deja totalmente claro de que esta generación no busca esperar resultados, los quiere de forma inmediata y de no obtenerla, su frustración se traduce en ‘pasar a lo que sigue’.
    Para mí, navegar estos días en Tik Tok me ha permitido entender como cambiarán y mutarán las redes sociales. Desde esos ‘muros’ en la primera década de los 2000 mil en donde la generación millennial se desenvolvió como conquistadores de una realidad virtual, hasta el día de hoy, han pasado 15 años, aproximadamente, menos de una generación, hablando en temporalidad, y, sin embargo, ya no somos lo que fuimos, ya no seremos lo que antes éramos, incluso ya no nos relacionamos de la misma manera y mucho menos amamos. Estamos frente a la globalización de un nuevo estilo de vida, de una realidad digital que llegó para quedarse, de formas que dejan en evidencia el capitalismo salvaje que representa la inmediatez y la aceptación.
    Y es ahí donde radica la trampa: el valor del contenido que realiza una persona a través de los likes que genera. ¿Es justo jugar bajo estas reglas? Lo tiránico de este tema (curioso, es la segunda vez que utilizó esta palabra) es lo olvidable que se vuelve el contenido ante los millones de clips que se suben día a día en esta red social, algo que ya pasaba en otras redes, pero que en esta deja las ‘concesiones’ y lo hace más evidente: la cultura del desecho.
    A esto se suma la palabra ‘tendencia’ como sinónimo en otros años de ‘moda’, donde vemos clips repetidos infinidad de veces, por personas diferentes, en un bucle de copias e imitaciones, solo para sumarse a una ‘tendencia’ del momento.

    Y claro, el concepto de ‘monetización’ rápida, que ha ayudado a posicionar esta plataforma entre los jóvenes, emanados de los ideales de ‘se rico rápido, retírate pronto’. Digo, sin saberlo, en verdad, sin saber cómo, en estos momentos yo ya tengo 17.65 pesos que la plataforma me ha pagado por visualizar videos y subir contenido. Cuando llegue a los 40, me iré por un par de cervezas para celebrar que soy ‘tiktoker’.

    Ahora, imagínense esa idea de ‘riqueza fácil’ que puede generarse entre las nuevas generaciones, donde piensan que pueden ‘ser más listos que la plataforma’ y realizan cadenas de ‘sígueme y te sigo’ con tal de incentivar mayores pagos, sin saber que justamente han caído en la boca del lobo: promover y ampliar la red social de una forma acelerada, con toda la polémica que se ha generado por el tema de protección de datos personales y la medición de las tendencias mediante algoritmos cada vez más complejos.

    Tik Tok, ¿Qué rayos hago aquí?: Carlos Matus

    Y frente a todos estos pasos agigantados en las redes sociales, la vida digital y las tendencias, he decidido quedarme al margen, como observador innato y teórico de esta realidad líquida, imposible de tocar, y como lo dice la descripción de mi cuenta, como todo un ‘cavernícola digital’, que acaba de descubrir el fuego. ¿Me quemare o aprenderé a usarlo? Lo podrán ver en mi cuenta @datus_matus.

    Pd. No les hagan caso a los videos de gatitos. Estoy en ensayo y error.

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