Estamos a pocos días de la Navidad, los regalos, Santa, Los Reyes, la ilusión, la magia, las luces, las caritas felices, los regalos y todo lo que se vive en estas fechas.
Pero es importante que pienses muy bien antes de comprar esos regalos…
Sí, así como lo lees: no regales problemas. Piensa antes de decir “sí”, pues hasta el Santa más barco y Los Reyes más consentidores pueden decir que algo no está en sus listas y no lo pueden traer.
Te contaré un caso: un papá desesperado porque ningún juguete parecía gustarle a su hijo de nueve años, se decide porque ese año sí le traerían Los Reyes la anhelada consola de videojuegos… Así que tras ahorrar un año, y con mucha ilusión, debajo del árbol, esa Navidad apareció con lucecitas en la madrugada ese preciado aparato tecnológico que prometía horas y horas de diversión.
El niño, emocionado, profirió toda clase de agradecimientos y bendiciones a Los Reyes Magos, al tiempo que lo instalaba en el televisor central. Su padre estaba feliz, pues esa sonrisa era lo único que buscaba…
Unos días después, el niño no dejaba ni a sol ni a sombra el videojuego, pero como eran vacaciones, le dieron “chancecito”. El problema vino cuando fue tiempo de entrar a la escuela y el niño ya no quería hacer la tarea ni nada más que jugar. Desde lavarse los dientes hasta sentarse a la mesa a comer se convirtió en una lucha y un problema.
Un mes después, la agresividad del niño era notoria y las palabrotas obscenas a sus padres y hermanos comenzaron a aparecer. Esa agresividad se convirtió en violencia. Los reportes de la escuela también comenzaron a aparecer por mala conducta y la dinámica familiar iba de mal en peor. Su padre, enojado, un día dijo que quitaría el videojuego, y al desconectarlo, el niño se le abalanzó a golpes, gritando que nadie le podía quitar su juego.
El padre trató de calmarlo y le dijo que le dejaría el videojuego pero que se calmara y prometiera portarse bien. El niño prometió, entre llantos y gritos, que sí y al devolverle el aparato se calmó.
Ahí no acabó la historia… El niño siguió portándose fatal y comenzó a maltratar a su perro. Un día, a golpes, mató a su mascota.
Su padre, llorando, me contó todo esto cuando yo terminaba de dar una conferencia. Estaba desesperado, sin saber qué hacer, pues su hijo, ahora de 10 años, ya está incontrolable. Sin darse cuenta fue él mismo quien lo corrompió, pues en la consola el videojuego preinstalado era Grand Theft Auto, que es un videojuego clasificado para +18 años y que contiene matanzas, robos, violaciones sexuales, venta de drogas y demás conductas delictivas que generan adicción a la adrenalina de lo prohibido y estimulan la mente a violar las leyes naturales. Está más que comprobado lo mucho que los ingredientes visuales como la luz pulsada a alta velocidad modifican la mente y la conducta.
Así como en este caso, te recomiendo que tengas cuidado con lo que regalas. Trata de evitar los siguientes regalos:
- Smartphones antes de los 13 años. Adelantan etapas y abren la puerta a conductas no aptas para niños, copiadas muchas veces de redes sociales.
- Videojuegos antes de los 9 años. Su poder adictivo en infantes es muy alto. Recomiendo verificar siempre la edad apropiada para los videojuegos, independientemente de la edad.
- Furbis. Y demás cosas que generan estar al pendiente de dar de comer.
- Bratz. Son un ejemplo de erotización y vulgarización de la mujer.
- Pistolas de todo tipo. Siempre, al jugarlas, disparen o no, los niños se acaban enojando y peleándose.
- Juegos que hacen mucho ruido. Los padres acaban desesperados con los ruidos y regañando a sus hijos al utilizarlos.
- Coches de motor. Pueden causar accidentes cuando no se cuentan con espacios grandes para utilizarlos.
- Pinturas no lavables. Suelen ocasionar pleitos con los hijos cuando manchan algo y no se quita.
- Tabletas a menores de 4 años. La relación afectiva y el contacto visual, kinestésico y auditivo debe ser con los padres para crear un vínculo.
Espero que estas recomendaciones, que son con todo cariño para evitarte problemas, te sean útiles. Recuerda: regala cosas sanas, no problemas futuros. Más vale un “no” a tiempo, que un pleito constante.
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