Contra viento y marea, con un año de retraso, se inauguraron los tan esperados Juegos Olímpicos en Tokio 2020, el pasado 23 de julio. Sin embargo, ver el estadio prácticamente vacío y a los participantes con cubrebocas, fue mudo testimonio de que la pandemia, no ha sido superada. Antes del evento se daba la discusión en los medios sobre si ya era momento de celebrar los juegos. Para el 80% de los japoneses la respuesta fue negativa; porque en su país, los contagios de Covid-19 se han incrementado alarmantemente. También se opusieron varias voces informadas, que afirman que, el único motivo del Comité Olímpico Internacional para celebrar los juegos fue el negocio que les representa y que, para ello, no dudaron en arriesgar a los miles de deportistas provenientes de más de 200 países, que solo tienen la ilusión de competir y ganar una medalla Olímpica.
Sin embargo, los atletas ya están allí, y una vez que arde la llama en el pebetero; suceden las historias de vida que millones de espectadores hacemos nuestras; historias de esfuerzo, coraje, pundonor, de júbilo por lo logrado o frustración por la derrota. Ejemplos son Sifan Hassan, atleta de los Países Bajos, que tropezó con otra competidora. Hassan se levantó para remontar del último lugar, rebasar a sus rivales en los últimos 400 metros y ganar la prueba. Esa misma tarde obtuvo la medalla de oro en los cinco mil metros planos. O también la gimnasta Estadounidense Simone Biles medallista olímpica, que valientemente anunció su retiro de las competencias por afectaciones a su salud mental ante las enormes presiones que enfrentan para que ganen; pero días después regresó par aganar medalla de bronce en la viga de equilibrio, sobreponiéndose a su difícil situación. Lo mismo podemos decir la gimnasta mexicana Alexa Moreno, que alcanzó el cuarto lugar en el salto de caballo, -la posición más alta lograda para México- quedando a solo 17 décimas de la medalla de bronce. Para llegar a esto Alexa usó el dinero de su premio nacional del deporte en comprar los aparatos que nadie le proporciona para seguir entrenando, compitió con el hombro lesionado y antes de la contienda sufrió Covid y Tifoidea. Además, se sobrepuso a las críticas por su aspecto físico en las olimpiadas de Río 2016.
Sin duda la Gloria es de los deportistas, pero la comparten con nosotros, el público. Su ejemplo nos inspira en estos tiempos difíciles, a sobreponernos a la adversidad, a fortalecernos, a aceptar lo que no podemos cambiar y a seguir adelante; valores que hoy necesitamos más que nunca.