Frecuentemente brotan en redes sociales quejas de viajeros que tienen que esperar una hora a que salgan sus maletas tras aterrizar en el aeropuerto de la Ciudad de México. ¿Por qué tardan tanto, si antes no sucedía? Porque la Marina tomó control de la seguridad en la terminal y cambió el método de revisión del equipaje: antes, se revisaban las maletas conforme las iban bajando del avión; ahora, la Marina dispuso que hasta que no descarguen todo el equipaje, absolutamente todo, no empieza la revisión; y encima, no tienen el personal ni el equipo tecnológico suficiente. ¿Por qué hizo esto? Por sus pistolas.
Además, la administración del aeropuerto capitalino ha determinado que, aunque existan varias bandas distribuidoras de equipaje disponibles, se junten 4 o 5 vuelos en una misma banda, aunque esto demore aún más el reparto de maletas. ¿Por qué hizo esto? Por sus pistolas.
Súmele otro factor a la desastrosa experiencia de volar desde la capital del país: para usar eficientemente el espacio aéreo, en condiciones normales, un avión debe estar separado de otro por 3 millas náuticas (5.5 kilómetros). Súbitamente, las autoridades actuales decidieron separarlos más: 4, 5, hasta 7 millas. La consecuencia es una saturación deliberada: hay menos despegues y aterrizajes, y por tanto, muchos aviones se la pasan dando vueltas en el aire esperando “lugar” para aterrizar o tienen retrasos promedio de hora y media para despegar. ¿Por qué hicieron esto? Por sus pistolas.
El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) está colapsando, y esto no tendría que estar sucediendo: en 2019, tuvo un promedio de 1,300 vuelos diarios con un total de 50 millones de pasajeros; en el último año tuvo 1,100 vuelos con 40 millones de pasajeros. A pesar de que hay menos vuelos y menos gente, el aeropuerto está peor que nunca.
¿Por qué? Por una combinación de ineptitud y sabotaje. La ya famosa incapacidad de la gran mayoría de los funcionarios del gobierno actual sumada a una política deliberada de asfixiar esa terminal como recurso de emergencia para que el vacío aeropuerto de Santa Lucía parezca útil y relevante.
En medio del caos, esta semana el presidente López Obrador decidió que fuera removido del cargo el director del AICM, Carlos Morán. Y como al presidente no se le ocurre más que resolver todos los problemas con militares, en su lugar fue nombrado un Vicealmirante en retiro de Marina. La aviación civil mexicana ya no está al mando de civiles. Está al mando de militares: la Agencia Federal de Aviación Civil tiene a un general del Ejército al frente, el Aeropuerto Felipe Ángeles tiene a otro general y ahora el AICM un Vicealmirante. A ver qué tal le sale eso.
SACIAMORBOS
Cuentan que en la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes -de la que depende el aeropuerto- no se enteraron que el director del AICM había sido citado a Bucareli por los secretarios de Gobernación y de Marina. Que ni el secretario Arganis ni el subsecretario Jiménez Pons sabían de la cita ni de la renuncia.