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    OpiniónLas lecciones ante lo inesperado y lo fortuito: Carlos Matus

    Las lecciones ante lo inesperado y lo fortuito: Carlos Matus

    Opinión

    De algo tenemos que hablar

    El domingo no dormí. Estaba en la noche dando vueltas acostado, mientras meditaba y preparaba en mi mente todos los pormenores para poder tomar la foto de la súper luna de abril, la luna rosa, en su salida sobre Cancún.

    Consultaba aplicaciones que me indicaba la hora de salida de la luna, la caída del sol, las condiciones climatológicas. También meditaba sobre el equipo a utilizar. ¿La Nikon o la Fuji serían la mejor opción? ¿Desde qué posición seria la correcta para encontrar la foto que deseaba?

    Por increíble que parezca, eran cosas que no me dejaron dormir hasta pasada las 3 y media de la mañana, cuando, sin darme cuenta, caí vencido.

    Inicié la semana motivado, y ansioso. Fui a mi trabajo e incluso allí consulte los mapas de Google, tome medidas de distancia, e hice cálculos. Todo estaba listo, e incluso, invite a algunos amigos a acompañarme, pero nadie me confirmó.

    Al final, un compañero se animó a ver la salida de la luna, para mi sorpresa. Para las 6:30 ya estábamos a la orilla del Caribe, mientras acomodaba la cámara, hacía pruebas, reencuadraba, y veía el reloj.

    Fue en un momento, cuando me detuve y miré alrededor. Estaba a la orilla del mar, rodeado a azul turquesa, bajo un atardecer espectacular, con gente siendo feliz y en ese momento me sentí afortunado.

    Faltando 10 minutos para que saliera la luna, un amigo de los que no me había confirmado que llegaría me mando mensaje para decirme: “no te veo, donde estas” Había llegado.

    Las lecciones ante lo inesperado y lo fortuito

    En eso pasó lo impensable, lo que no podemos controlar. La naturaleza jugó con nosotros y mandó un cúmulo de nubes bajas que nos impedía poder ver la luna en la posición que quería. En eso, solo escucho una voz. Era otro amigo que alcanzó a llegar, saliendo del trabajo, con prisas y en ese preciso momento, la luna, majestuosa, rosada, se levantó sobre el cúmulo de nubes bajas y se dejó ver, esplendorosa, al atardecer, mientras todos nos quedamos un instante impactados.

    Tomé fotos, lo mejor que pude, sin lograr la imagen que yo había soñado, pero las tomé.

    La luna solo se dejó ver dos minutos, antes de volver a desaparecer entre nubes y después de esos dos minutos, donde el silencio solo se rompía por las olas, los ahí presentes solo pudimos decir: “que pasada de momento”.

    Al final no tuve la foto que quería, pero sí un instante increíble, al lado de personas que coincidieron ahí.

    Me puse a pensar que así es la vida misma. Un cúmulo de cosas que planeamos y que no salen tal y como las contemplamos, pero que en el transcurso adecuamos y tomamos las decisiones que nos llevan a superar los obstáculos.

    Así es como siento que estos últimos 12 meses hemos sobrevivido muchos con toda la locura del Covid-19.

    Si caemos en cuenta, no había película, manual, ni antecedente que nos preparará para todo lo que vivimos en el 2020.

    E incluso, todo lo que pudimos prever, al paso de los meses resultó insuficiente.

    Y sin embargo, aquí seguimos. No todos hemos logrado salir intactos de esta situación: muchos perdimos familiares, somos sobrevivientes (como yo) de esta enfermedad, e incluso muchos se quedaron sin empleos y permanecen sin fuentes de ingresos, pero la capacidad de adaptabilidad nos está enseñando lecciones valiosas, o por lo menos eso deberíamos de estar aprendiendo.

    En Quintana Roo la hemos sufrido con mayor rigor que en otros estados. Nuestros decesos ya superaron los dos mil 600, pero aunado a eso, la pérdida de empleos fue enorme. De la noche a la mañana se perdieron 60 mil trabajos en marzo del 2020, y en los siguientes meses la cifra fue de más de 100 mil. A esto se suma que muchas de las empresas y negocios que cerraron, ya no abrieron más.

    Al dolor de la tragedia, vino la escasez económica, y ante este gran problema, vino la adaptabilidad de miles de personas que tuvieron que enfrentar de formas innovadoras y valientes estos meses.

    El camino de la recuperación es largo y debemos de ser conscientes de algo: nunca más volveremos a vivir como vivimos antes de esta locura. El Covid-19 y sus variantes han llegado para quedarse, pero, tal y como lo hicimos con la varicela, el sarampión y el H1N1, entre muchas otras, nos adaptaremos, sobreviviremos, y viviremos, nuevamente.

    ¿Cuándo regresarán los abrazos? No sé. Pero cada día que avanza la vacunación a nivel mundial, nos acercamos a la inmunidad colectiva, y poco a poco recuperamos esos parques, esos cafés, esos teatros, esas calles que durante estos últimos 13 meses habíamos perdido, porque no tenemos otra forma de vivir más que la de seguir adelante, esa es la capacidad que tenemos como especie, a superar un obstáculo a la vez.

    Al final, a pesar de que la fotografía que había soñado no salió, no regrese con las manos vacías, y pude congelar la luna llena, hermosa, magnífica, sobre el Caribe, y nos recordó las virtudes de seguir aspirando y soñando.

    Las lecciones ante lo inesperado y lo fortuito

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