En los últimos días hemos visto a un presidente López Obrador que de pronto parece animarse a explorar los caminos de la rectificación.
Es cierto que es un discurso inconsistente y con poca vigencia, porque más tarda en apuntar hacia la rectificación que en regresar al sendero original. Pero me parece que debe destacarse que en la mente de un hombre que se ha definido a sí mismo como ‘necio’, aparezcan brochazos de que algo lo está llevando a evaluar la posibilidad de enmendar:
1.- Violencia. En su ‘corte de caja’ de los primeros 100 días de gobierno fue triunfalista en prácticamente todos los asuntos de la vida pública. Quizá el que más polémica causó fue el de la inseguridad. Dijo que ya habían logrado contener la violencia. Las cifras oficiales lo desmintieron. Y lejos de “montarse en su macho”, rectificó y ahora el discurso es que su principal pendiente es que no ha logrado frenar la violencia. Esta es la rectificación que más ha durado en el discurso presidencial.
2.- Crecimiento económico. La semana pasada, al reunirse con banqueros de Banorte, admitió que uno de los grandes pendientes de su administración es el crecimiento económico. Parecía que por fin el presidente se alejaba del ‘yo tengo otros datos’, que tanta incertidumbre genera en los inversionistas a los que el propio mandatario busca atraer para generar empleos en México. Al día siguiente en su conferencia mañanera ya estaba otra vez instalado en el ‘vamos requetebién’, pero ahí quedó lo dicho en Banorte, como un brochazo.
3.- Gasoductos. Quizá una de las señales más nítidas -porque es de hechos y no de palabras- de que puede rectificar se dio esta semana con el anuncio de los gasoductos. Es cierto que quedó ahí la mala señal que generó desconfianza en los inversionistas, es cierto que el nuevo trato parecería que va a generar más pérdidas al gobierno que el anterior (al que se calificó de ‘leonino’), es cierto que hay un daño irreparable a la industria en los meses en que estuvieron parados los gasoductos, pero también es cierto que algunos de los colaboradores más cercanos del presidente alzaron la voz para advertirle de la barbaridad que estaba avalándole a su director de la CFE. Y el presidente rectificó. A un costo alto, sí. Es mejor que no hubiera cometido el error, sí. Pero rectificó.
4.- Los grandes (y malos) proyectos. Ha dicho que Santa Lucía va. Ha dicho que Dos Bocas va. Todo mundo sabe que son pésimas ideas. Curioso, pero para ser un gobierno que se mueve a velocidades trepidantes, a manotazo limpio, los dos grandes proyectos lucen lentos, atorados, paralizados. ¿Será que vaya a privar la sensatez?
Viene el Primer Informe. Para un presidente que habla dos horas todos los días en una singular conferencia de prensa, se aligera la carga política del Informe. Sin embargo, son discursos que marcan, momentos que pueden significar un alto en el camino. Ojalá encontremos el domingo un Informe en el que el presidente, tras nueve meses de intensa experiencia de gobierno, muestre que sabe apretar el paso donde vale la pena y enmendar donde se ha equivocado.