O Marcelo Ebrard entendió mal, o se pasó de listo. Su imprudencia o sagacidad a simple vista lo pone como el ganón de la gira de Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos, pero igual y se le revierte.
El tema se vincula a la comitiva de empresarios mexicanos invitados a la cena este miércoles en la Casa Blanca, misma que se derivó de otra que el equipo de Donald Trump empezó a delinear hace una semana.
Y es que el presidente estadounidense nunca tuvo la intención de invitar a ningún hombre de negocios de México. Utilizó la gira de López Obrador para hacer una especie de ‘pase de charola’ con los suyos.
Pocos detectaron que la cena fue el primer encuentro de Trump y los grandes empresarios de su país en el momento más crítico de la pandemia, pero más cuando está debajo de las preferencias electorales.
Joe Biden lo supera en 10 puntos y el presidente los convocó, con el pretexto de la visita de AMLO, para solicitar apoyo de firmas como Shell, Sempra, UPS, Intel, FedEx, Lockheed Martin y Nucor, entre otras.
A Ebrard la gente de Jared Kushner le informó hace exactamente una semana que acudirían a la cena un grupo de 10 empresarios, pero el Canciller, o entendió mal, o aprovechó la coyuntura mañosamente.
Con tal información se dio la vuelta e informó al presidente, entre el sábado y el domingo, que la Casa Blanca estaba abriendo una ventana de participación de hombres de negocios y que había que invitar a cinco.
Era música para los oídos del tabasqueño, que vio el momento ni mandado hacer para llevar a los suyos y dar otro machucón a los líderes de las cámaras y asociaciones que lidera Carlos Salazar.
El problema fue que Ebrard no decodificó bien el mensaje original porque los 10 invitados de los que le hablaron eran de Estados Unidos, ningún mexicano. Era un movimiento preelectoral de Trump.
Desde el domingo en Palacio Nacional la lista de quienes había que invitar ya estaba esbozada: Olegario Vázquez Aldir, Ricardo Salinas, Bernardo Gómez, Germán Larrea y Alberto Báilleres.
Y empezó el trajín porque algunos no estaban disponibles para viajar a Washington por el riesgo al contagio o porque no estaban en México. Pero peor: cuando Ebrard pasó su lista original de cinco vino la sorpresa.
La gente de Kushner cayó en cuenta de que cuando hablaron de ‘10 invitados a la cena’, aquél entendió que cinco eran de Estados Unidos y cinco de México, cuando todos eran locales para apuntalar la campaña.
La confusión metió más presión aquí porque Trump mandó decir que no iba a desinvitar a cinco de sus empresarios y que más bien López Obrador tenía que llevar a cinco más, para que fueran 10 y 10.
Por eso el lunes se cruzaron muchísimas llamadas con Alfonso Romo, el Jefe de la Oficina de la Presidencia. La lista de los cinco originales no estaba amarrada y ahora había que asegurar cinco más.
Larrea y Bailleres no pudieron ir, Salinas estaba en España, invitaron a Carlos Slim y subieron a otros que nadie tenía en el radar, como Francisco González, Marcos Shabot y Patricia Arméndariz.
La alineación se completó con Carlos Hank González, Carlos Bremer, Daniel Chávez y Miguel Rincón, once al final por México y también once por el lado estadounidense.
Como cabo suelto queda el riesgo de que a AMLO se le recuerde como artífice involuntario de una reunión en la Casa Blanca, en plena campaña electoral, que sirvió para un pase de charola de Trump.
Por lo demás, una cena exitosa y una comitiva empresarial mexicana de primera línea, muy solidaria con el presidente López Obrador y muy echada para adelante con el país.
FAMSA INGRESÓ AYER al Tribunal de Bancarrota del Distrito Sur de Nueva York una moción para retirar el plan de reestructuración del bono de 59.1 millones de dólares que venció el mes pasado. Recordará que la cadena comercial que capitanea Humberto Garza ya lo había acordado con los tenedores del papel. Lo que sucedió fue que el esquema quedó rebasado tras la revocación de su banco, pues buena parte de los recursos con los que se refinanciaría iban a provenir de operaciones de retail de las mueblerías con base en el crédito bancario. No se descarta que al final los Garza terminen retirando todo el Chapter 11. A ver qué recomiendan los asesores legales, en este caso Paul Hasting que representa Pedro Jiménez y el bufete Mijares, Angoitia, Cortés y Fuentes de Pablo Mijares. Lo sabremos el próximo 28 de julio en la audiencia con la jueza Shelley Chapman, la misma que lleva el caso de Aeroméxico.
COMO LE ANTICIPÉ, en Estados Unidos los acreedores de Cinemex endurecieron la pierna. Principalmente los arrendadores de inmuebles, como 400 East 62nd Properties que le arrienda en Nueva York el espacio que da cabida a su primer complejo premier en la Gran Manzana. La cadena que dirige allá José Leonardo Martí fue demandada por 15 millones de dólares. Los caseros y las distribuidoras de películas van a ser el principal dolor de cabeza de Germán Larrea, por eso contrató a Quinn Emanuel. El bufete que fundaron John B. Quinn y Eric Emanuel es de los mejores litigantes que hay ahora en Estados Unidos. Cinemex, que dirige aquí Rogelio Velez, también fichó a Simpson Tacher de Thomas Tacher en lo no litigioso. La compañía se acogió al Chapter 11 en Miami para reestructurar una deuda de 114 millones de dólares.
VOLARIS ES OTRA compañía que se está pensando muy bien la ruta a seguir para enfrentar la turbulencia financiera que se le vienen a la industria aeronáutica. Le decía que traen como asesor financiero a Altor, la firma de Fernando Aportela y Marcela Andrade. En la parte legal la aerolínea lleva el acompañamiento de Rodrigo Orozco del bufete Greenberg Trauring. Le hablé en su momento de la idea de crear un fideicomiso desde el cual reorganizar pasivos y obtener capital fresco. Sin embargo la figura no va tener la flexibilidad, rapidez y seguridad para lograr el downsizing con el consenso inmediato de arrendadores, proveedores y bancos. Se empiezan a cruzar apuestas sobre el Chapter 11 como la opción más segura y efectiva en la compañía que dirige Enrique Beltranena y que controla el fondo Indigo Partners, de Bill Franke. Al tiempo.
EMPEZÓ A CIRCULAR la versión en los corrillos financieros que David Martínez, el avezado financiero regiomontano, podría entrar a comprar en el mercado secundario buena parte de los bonos de Grupo Posadas, que preside José Carlos Azcárraga. Hasta ahora más de la tercera parte del papel lo controla el fondo Ashmor, que ya es representado por Rothschild, que llevan al alimón Daniel Nicolaievsky y Victor Leclercq, y por Fernando del Castillo, de la firma Del Castillo y Castro.