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    Opinión‘La fiesta de los valores’: Trixia Valle

    ‘La fiesta de los valores’: Trixia Valle

    Opinión

    En un día nublado, los valores decidieron hacer una fiesta: la bondad tenía su mejor vestido blanco; alegría había cosido un saco amarillo; sinceridad buscó entre sus cosas unos guantes verdes, el amor vestía de rojo y la verdad de morado, mientras que la libertad consiguió un antifaz… todos estaban listos para celebrar y ni las nubes podían sabotear, esta hermosa fiesta que acababan de preparar.

    Uno a uno los valores, llegaban al lugar, sin darse cuenta, que el mal también esperaba pasar y con tantas nubes disimular para la seguridad engañar. Más el guardián le pidió su identidad y al verlo bien le impidió acceder; pero el mal así no se iba a quedar y comenzó a planear.

    – ¿Que haré…? ¿Qué haré…?, repetía sin parar caminando en círculos ansioso por entrar.

    De pronto, vio acercarse a libertad con su mano elevada, la antorcha encendida, su túnica larga y el antifaz.

    – ¡Ya sé que haré… a libertad secuestraré y en su lugar entraré! –

    El mal interceptó a libertad, lo amarró en una cueva y su túnica, antifaz y antorcha tomó. Se miró al espejo un poco raro vestido así, pero nada le importo, con tal de seguir con su siniestro plan. De nuevo a la puerta llego y al verlo el guardia sólo le sonrió, pues con su antorcha encendida y lo borroso de las nubes, estaba seguro que la libertad acababa de llegar.

    El mal no se dio cuenta que la envidia también quería entrar, y envidiosa como era, no pudo evitar copiar al mal y al guardia engañar. El siguiente valor que estaba por entrar era la verdad, con un libro en su mano, toga y birrete. La envidia pensó que era fácil tomar su lugar, por lo que a la verdad amarró y a la cueva la echó.

    Al igual que con el mal, con tanta neblina al guardia logró engañar, por lo que el mal y la envidia, ahora convivían con los valores en tan importante día.

    Los bailes comenzaron y todos se mezclaron, el humor con el mal y de ese baile resultaron las burlas. La envidia de mezclo con la honestidad y resultó el relativismo. La bondad con el mal y resultó la tibieza. El amor con la envidia y resultó la conveniencia. Uno a uno, los valores se fueron corrompiendo, pues la envidia y el mal, con su simpatía natural lograban a todos engañar.

    Lo más grave del asunto era que el mal disfrazado de libertad, todo tipo de cosas permitía hacer y a todos los valores convenció de ser el más importante y grande en jerarquía.

    Por su lado, la envidia disfrazada de verdad, dijo que el amor y la bondad, consistían sólo en utilizar a quien estuviera enfrente para disfrutar. Así los valores se comenzaron a marear y cuando quisieron volver a la realidad estaban tan confundidos de tanto girar, que ya no podían parar.

    La fiesta duró por días y noches, hasta que un día la verdad y la libertad lograron escapar de esa horrible cueva que por años los hizo callar. Al llegar a la fiesta, ambos vestían harapos, pues el mal y la envidia los dejaron destrozados, por lo que el guardia no los dejo entrar y verdad y libertad comenzaron a gritar, hasta que les pidieron no molestar, y ambos, muy tristes, se tuvieron que retirar.

    Pasaron los años y el mal y la envidia ya eran los reyes de aquella fiesta. Las cosas se empezaban a salir de control, después de un tiempo, lo que eran risas se convirtieron en lágrimas y lo que era divertido, ahora era depravado… Incluso los niños más indefensos comenzaban a actuar con este pretexto, el mal y la envidia los hacían pelear sin parar y los adultos del mundo lo comenzaron a notar.

    Con tantos problemas, el mal y la envidia, seguían sin parar, imponiendo sus ideas en la Tierra que tanto habían querido reinar. Más su propia naturaleza los comenzó a delatar, pues al caer en excesos, su disfraz comenzó a flaquear. Poco a poco algunos valores ya no quisieron con ellos bailar.

    Así comenzó la lucha, entre el bien y el mal, mientras que verdad y libertad, intentaban participar. De pronto de un golpe, la puerta, lograron pasar y ahí comenzaron al mal y a la envidia a delatar. Se hicieron de palabras, sustentadas de leyes, prohibidas las palabras coherentes o a la cárcel fueren…

    Ante tantas amenazas ya no se sabía hacia dónde iría todo a parar, pero de pronto un valor muy calladito, vestido de doradito, hizo que todo el mundo prestara atención y la mirara, pues de esperanza se trataba…

    El mal y la envidia al verla presente, temor sintieron y de inmediato la atacaron, pero a la fe se sumó con traje plateado. Juntos la lucha podían ahora emprender, sabiendo que millones de almas podían encender; pues el mal y la envidia por muchos aliados, jamás podrán ponerlos a todos del mismo lado y ellos solos se irán ahogando.

    La esperanza y la fe, unieron sus corazones. La envidia y el mal, ahora sin disfraz, estaban a punto, de la fiesta escapar antes de que los valores los logren por siempre apagar y a la Tierra nunca regresar.

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