Quintana Roo vive una época histórica. Tuvieron que pasar 42 años para romper la hegemonía del PRI en Quintana Roo, cuando en el 2016 tomara protesta como gobernador del Estado Carlos Joaquín González, que llegó a través de una alianza entre el PAN y el PRD.
Ahora, a 48 años de la creación de Quintana Roo como estado, este 25 de septiembre se volvió a hacer historia cuando Mara Lezama Espinosa tomó protesta como la primera gobernadora del Estado por parte de Morena y tras de si, un amplio margen de respaldo popular, empresarial y político como pocas veces se había visto. Su llegada a la gubernatura se marca como la señal inequívoca de que la sociedad apuesta por el proyecto de nación que representa la Cuarta Transformación (4T), encabezada por el Gobierno Federal en la figura del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador.
Pero también marca el renacimiento de la figura política en la entidad, reviviendo la fiesta popular que significa la política, haciendo que la población se vuelva a acercar a la clase gobernante, que durante años había marcado una distancia insalvable entre el poder y el pueblo.
Mara Lezama deja en evidencia el desgaste de los discursos de antaño, de la demagogia benevolente y de la desconfianza que las autoridades habían generado entre la población. Mara Lezama llegó al Palacio de Gobierno de Chetumal para la gobernante con mayor respaldo popular en toda la historia de Quintana Roo, algo que ni en los mejores años priistas habían conseguido, con un aplastante 55.3% de las preferencias electorales.
Con semejante respaldo popular está claro que vienen grandes retos para el estado.
Si bien es cierto, el gobierno de Carlos Joaquín pasará a la historia como una administración estabilizadora, luego de los años convulsos del Borgismo, los retos que enfrentó fueron titánicos y nunca antes visto en el tema de violencia y estabilidad económica, derivada de un saqueo sistemático del Estado, generado desde diversos frentes, pero que hoy tienen enfrentando procesos a ex funcionarios de la administración de Roberto Borge, e incluso al propio ex gobernador en la cárcel, a lo que se suma la pandemia, que afectó el dinamismo turístico por dos años, un tercio de la administración saliente.
Esta situación en el estado ha sido entendida por la gobernadora con claridad.
Incluso, entre sus primeras palabras al momento de tomar protesta en Chetumal este pasado 25 de septiembre, la gobernadora inició su administración, asegurando que “finaliza un régimen neoliberal e inicia el Gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”.
Lezama Espinosa prometió que durante su mandato se hará frente a los retos de un estado que lleva décadas de crecimiento sin distribución y de ganancias para unos pocos y precariedad para muchos, dando vuelta a la etapa del Gobierno neoliberal que se benefició desde años atrás, cuando nacieron y se profundizaron los problemas que “más duelen” a Quintana Roo: la corrupción, la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, la violencia de género, la destrucción al medio ambiente, y el rezago económico y social.
Romper con el molde
La toma de protesta de Mara Lezama reunió como pocas veces a la clase política de los colores más variopintos, que incluían ex gobernadores, ex funcionarios, ex diputados, incluso ex contendientes de la última elección, expectantes de lo que depara para la política en la entidad.
Había un tipo de fiesta política a las afueras del Congreso del Estado de Quintana Roo, que palidecía entre la algarabía y la expectativa.
“¿Qué viene, qué pasará?” Son preguntas que se mantienen en el aire hasta estos momentos, propio de cuándo sabes que vienen cambios profundos.
Consciente de la realidad que la rodeaba en ese momento, Mara Lezama fue diplomáticamente directa al señalar que esa política de antaño es la que gestó la ruptura del tejido social y aumentó el profundo abandono a los pueblos originarios indígenas.
Señaló que, por eso a partir de ahora se pondrán por delante a los que menos tienen y merecen vivir mejor: “Romperemos con el molde de los gobiernos neoliberales alejados del pueblo y al servicio de los intereses mezquinos de aquellos que sólo se dedicaron acumular privilegios”.
Añadió que el poder debe ejercerse con sabiduría, pero también con humildad y que este sólo adquiere sentido, y se convierte en virtud cuando se pone al servicio del pueblo.
Desentrañando retos
Sin embargo, también recordó que es un momento decisivo, un punto de inflexión en la historia de Quintana Roo.
La una vez pujante actividad económica, basada en el turismo, está en un punto crítico, derivado a las afectaciones que todavía se sienten de la pandemia, que aún lucha por recuperar los indicadores que se tenían antes de marzo del 2020, especialmente en sectores como turismo de convenciones, turismo médico y turismo europeo.
Pero además, se le suma la urgente necesidad de cubrir servicios públicos, seguridad e infraestructura urbana de calidad, que ha generado una brecha cada vez más grande entre los diversos sectores de la población, pero que se hace más evidente entre la zona norte y sur de la entidad.
Llegar a esta brecha de desigualdad social no fue fortuito, ni espontáneo.
“Este proceso se vivió en paralelo a un cambio de paradigma económico en México, un modelo económico que desembocó, desde entonces, en una espiral de desigualdad, de pobreza, de violencia y de delincuencia”, reflexionó.
A esto se suma el estado anímico de las instituciones de gobierno en el estado, donde desde hace varios años se enfrenta a una parálisis administrativa que hace más evidente el tortuguismo de la burocracia y dejan atrás de sí un escenario caótico para realizar una administración que sea renovadora como la que busca impulsar la gobernadora.
Ese escenario caótico, debe decirse, no sorprendió a Mara Lezama. Lo esperaba y sabía a lo que se enfrentaba. Por eso su mensaje de toma de protesta hizo un énfasis muy especial en la austeridad y frenar la corrupción.
Ahora, a días del inicio de la administración de Mara Lezama, se sigue levantando el confeti de la fiesta, de la algarabía popular por el éxito logrado, y sólo el paso de los meses dirán los caminos que tomarán las decisiones que la gobernadora y sus funcionarios tomarán para Quintana Roo, sabiendo que el escrutinio de la opinión pública encontrara en el voto que la respaldó, los auditores más severos que podrá encontrar, y es ahí donde la transformación se tendrá que hacer más evidente, en los sectores más desprotegidos y en los que se requiere trabajar con más fuerza y ahincó para reducir las brechas sociales que han lastrado tantos problemas socioeconómicos a la entidad durante los últimos años.
Pero de mientras, la esperanza, la esperanza de un mejor mañana para la entidad busca materializarse en la figura de Mara Lezama, y esa esperanza es el motor más fuerte para cambiar a Quintana Roo.