En varias columnas recientes presenté el argumento de que si se hunde Julio Scherer, se hunde con él Andrés Manuel López Obrador. Estoy convencido de que no hay salida política posible para el presidente de México si su exconsejero jurídico termina procesado.
Scherer ha sido durante muchos años brazo derecho de López Obrador: no sólo su abogado de confianza, sino que recaudó dinero para sus campañas presidenciales (hay hasta grabaciones de audio) y en el gobierno fungió como secretario de Gobernación de facto: de todas las actividades que realizó desde su oficina en Palacio Nacional, el presidente estuvo enterado y las avaló. El sello de esa alianza indisoluble quedó exhibido en las palabras que pronunció AMLO en la mañanera cuando dio el adiós a su consejero jurídico, hace medio año: “Julio es como mi hermano, nos ha ayudado mucho, él es parte del proceso de transformación”. A un lado, Scherer lo escuchaba con lágrimas de emoción.
Por esa hermandad personal y por esa operación política conjunta, es imposible separar las acciones de uno y otro. Los destinos de Julio Scherer y Andrés Manuel López Obrador están atados: si cae uno, cae el otro.
Pero no solamente ellos dos. Este escándalo tiene también un potencial impacto devastador en la sucesión presidencial: están también atados los destinos de Julio Scherer y Claudia Sheinmbaum.
En la campaña de 2018, Julio Scherer y su primo Hugo Scherer estuvieron especialmente encargados de la campaña de Claudia Sheinbaum por la jefatura de Gobierno: estrategias, alianzas y recaudación de recursos entre empresarios que querían buscar acercamientos con Morena ante su inminente triunfo. Más aún, desde que dejó la Consejería Jurídica de Presidencia, el abogado no escondió que en política estaba ahora dedicado a convertir a Claudia en presidenta de México.
López Obrador no puede deslindarse de Scherer. Claudia Sheinbaum tampoco. Quizá por eso, respetando el pacto que se logró hace unos días a través de Adán Augusto López -y que revelé en esta columna-, el fiscal Gertz Manero ha decidido procesar a todos los abogados cercanos a Scherer, pero no a él.
SACIAMORBOS
No debió haberse intimidado Miguel Torruco. El fin de semana, mientras todo el mundo anunciaba sus rompimientos comerciales con Rusia, el secretario de Turismo de México anunció en Twitter su amistad y saludos a Aeroflot, la línea aérea del gobierno de Vladimir Putin, deseando que pronto hubiera conectividad entre México y Rusia. Fue tal la paliza que se llevó en redes, que Torruco borró el tuit. No debió haberlo hecho. No debió haberse intimidado: su jefe, el presidente López Obrador, dijo ayer que no quiere imponer ninguna sanción comercial a Rusia y quiere llevarla muy bien con el dictador ruso.