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    Khalid Shaikh Mohammed y dos coacusados aceptan declararse culpables por los atentados del 11 de septiembre

    Opinión

    Khalid Shaikh Mohammed, considerado el cerebro detrás de los ataques del 11 de septiembre de 2001, ha aceptado declararse culpable junto con otros dos acusados, Walid bin Attash y Mustafa al-Hawsawi. Estos individuos, que han estado retenidos en la prisión de Guantánamo desde 2003, se enfrentaban a la posibilidad de la pena de muerte. Sin embargo, han negociado un acuerdo con los fiscales para recibir una sentencia de cadena perpetua a cambio de sus confesiones.

    Este acuerdo pone fin a más de una década de procedimientos legales previos al juicio, que se habían centrado en determinar si las torturas que los acusados sufrieron en prisiones secretas de la CIA habían comprometido las pruebas en su contra. La noticia del acuerdo fue comunicada en una carta a los familiares de las víctimas de los atentados, la cual fue firmada por el contralmirante Aaron C. Rugh, fiscal jefe de comisiones militares, y su equipo.

    El acuerdo evita un juicio que se esperaba durara entre 12 y 18 meses y elimina la posibilidad de que el juez militar desestimara confesiones cruciales para el caso del gobierno. Los detenidos están imputados como organizadores de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, que resultaron en la muerte de 2,976 personas y en la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York, un ataque contra el Pentágono y la caída de un avión en Pensilvania.

    Mohammed, un ingeniero educado en Estados Unidos, fue acusado de idear el plan de secuestrar aviones y estrellarlos contra edificios. Se dice que presentó esta idea a Osama bin Laden en 1996 y que luego ayudó a entrenar y dirigir a algunos de los secuestradores.

    Este acuerdo marca un hito significativo en la larga búsqueda de justicia por uno de los ataques terroristas más devastadores en la historia de Estados Unidos. Las familias de las víctimas, aunque aún afectadas por la pérdida de sus seres queridos, pueden encontrar un grado de cierre con este desenlace judicial, que asegura que los responsables pasarán el resto de sus vidas en prisión.

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