El Vaticano volvió a centrar la atención del mundo hoy cuando una columna de humo negro emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, señal inequívoca de que los cardenales reunidos en cónclave no lograron elegir a un nuevo papa durante la primera jornada de votaciones.
La imagen del humo oscuro, resultado de la quema de las papeletas junto con productos químicos para teñir su color, indica que ningún candidato alcanzó la mayoría de dos tercios necesaria para ser proclamado pontífice.
Tras la ceremonia de apertura celebrada más temprano en la Basílica de San Pedro, los cardenales electores —un grupo de hasta 120 miembros menores de 80 años provenientes de diversas partes del mundo— ingresaron a la Capilla Sixtina bajo estricto aislamiento. Allí se comprometen, mediante juramento, a mantener en secreto el desarrollo del proceso, sin acceso a dispositivos electrónicos ni comunicación externa.
Al terminar la votación del día, los purpurados regresaron a la residencia de Santa Marta, dentro del Vaticano, donde permanecerán aislados durante la duración del cónclave. Se espera que reanuden las deliberaciones mañana, con dos rondas de votación por la mañana y otras dos por la tarde si aún no se alcanza un consenso.
El ritual del humo —negro si no hay elección, blanco cuando se proclama un nuevo papa— ha sido una tradición ininterrumpida desde 1878, y sigue siendo una de las señales más esperadas por los fieles católicos y observadores de todo el mundo.
La atención ahora se centra en los próximos escrutinios, que podrían traer consigo la esperada fumata blanca y el anuncio de un nuevo líder para la Iglesia católica.