Dicen que las personas creativas tienen una sensibilidad especial hacia lo que les rodea.
Dicen que las personas creativas tienen una empatía especial por quienes están a lado.
Dicen que las personas creativas no están para la guerra.
Pero cuando se trata de una guerra por la misma esencia de la vida, por la libertad, por tu tierra, por el futuro de tus hijos, resulta que las personas creativas pueden ser un símbolo de coraje y valentía.
Ese fue Víktor Onysko. Guapo, joven y creativo. Tenía 40 años, era director de edición de cine. Su bella esposa, Olga, y una hija de 9 años, Zakharia, un clon de su papá. Olga y Víktor se conocieron hace 17 años y sus vidas estuvieron llenas de creatividad y aventura. Él trabajó en el cine, era aficionado a la música; ella desarrollaba documentales y diplomacia cultural. Ambos eran representantes del nuevo mundo, del mundo occidental. Personas con responsabilidad social, atentos a los problemas del planeta, de su ciudad y del país. Hablaban un excelente inglés, conocían la cultura occidental y compartían la suya.
El 24 de febrero de 2022 fue una sorpresa para esta joven familia y para el mundo entero. Rusia atacó al país de Víktor y Olga, Ucrania. Temprano por la mañana, de la misma manera que estalló la Segunda Guerra Mundial, las bombas comenzaron a caer sobre su amada ciudad de Kiev, una ciudad que siempre ha luchado por su libertad. Víktor también luchó, desde 2013, cuando Rusia intentó dejar su poder en Ucrania. Víktor, como toda la juventud moderna, salió a las protestas llamadas Euromaidan. Y ganó. Su país había elegido la libertad, los valores europeos y el desarrollo.
Por esto mismo fue castigado: Rusia se apoderó de Crimea y comenzó una guerra separatista en Donbass. Después de ocho años, esta guerra clandestina se convirtió en una ofensiva a gran escala con el objetivo de apoderarse del territorio de todo el país, destruir la identidad nacional de Ucrania y realizar el genocidio del pueblo.
Para Víktor surge una nueva realidad: el voluntariado y el ejército ucraniano; la música preferida, el cine, la literatura… Todo sonaba diferente en la refracción de la guerra.
La nueva realidad que nunca había sido vista, imaginada o sentida. Lo «viejo» era la vida ordinaria que todos vivimos. Imagina que estás haciendo lo que te gusta, tienes una hija que va a la escuela, haces planes con tu esposa, te vas de vacaciones, cenas con tus padres, escuchas música y decoras el árbol de Navidad. Un millón de rituales diarios, de lujo, inconsciente que nos envuelven a cada minuto.
Pero todo termina en un segundo, porque tu vecino tiene planes imperialistas y una visión diferente del futuro para ti y para tus hijos. Y estos planes no tienen más que destruirte: como identidad cultural y como humano.
Dejas de hacer lo que amas, la escuela de tu hija está destruida por los misiles, te despides de tus seres queridos, escuchas la «música» de los bombardeos y tus manos se congelan porque el enemigo ataca la infraestructura vital de tu país.
Eres voluntario porque tienes sensibilidad especial hacia lo que te rodea.
Eres persona creativa.
Pero a tu lado trabajan miles de personas no creativas: ingenieros, arquitectos, programadores, granjeros, contadores, con quienes pasa lo mismo: están salvando el futuro de su país y el de sus hijos.
Todas estas diferentes personas se reunieron allí, en el Punto Cero (la primera línea de frente) para luchar juntos. Los civiles que se han convertido en guerreros.
Víktor le dijo a su esposa: «Ha llegado mi hora de luchar. Debemos restaurar la justicia histórica y finalmente castigar a los bárbaros rusos». Y se fue a la guerra. Y así, el mundo del cineasta, amante de la música, viajero, padre amoroso, esposo, hermano e hijo cambió dramáticamente.
Para los miles de voluntarios ucranianos que fueron al frente, la realidad se convirtió en un infierno negro, sucio, frío y en el rugir de los cañones de fascistas. Más bien de los rashistas, que son una nueva generación de fascismo nacida en Rusia.
El 20 de agosto, Víktor vio por última vez a su esposa e hija. Durante los cinco meses de la guerra solo tuvieron tres días para estar juntos. En octubre, él, como parte del ejército ucraniano, liberó la región de Kherson, donde un año antes, junto con sus colegas, había filmado una película. El siguiente será el frente en el Donbass, donde ahora mismo se están librando las batallas más feroces.
Murió el 30 de diciembre, cerca de Soledar.
¿Cuántas películas no hará más este hombre? ¿Cuántos hijos no nacerán de él? ¿Cuántos países no visitará? ¿Y aquel arquitecto? ¿Cuántos hermosos edificios no construirá? ¿Y aquel granjero? ¿Cuántos campos no arará?
Sí, Víktor es uno de miles. Miles de hombres, jóvenes y fuertes, cuya tierra y gente fueron atacadas por bárbaros que empezaron una guerra cruel y sin sentido.
Dicen que las personas creativas no están para la guerra. Pero esto es más que una guerra. Esta es una lucha entre la oscuridad y la luz, la civilización y la barbarie, el bien y el mal. Y esto está sucediendo en la actualidad. En el centro de Europa.
Estoy de acuerdo con Olga, la joven bella viuda: los ucranianos ganarán porque la justicia y verdad siempre ganan.
¡Gloria a los héroes!