El mundo entero está hirviendo.
En todas las conversaciones ya se escuchan los nombres que hasta hace un par de meses eran desconocidas y hoy son familiares: Pfizer, Moderna, AstraZeneca y otros..
Todo el mundo fantasea y elige su favorito, discute sobre su necesidad, la legitimidad y el silbido político en torno a estas agujas.
Todos hacen la misma pregunta: ¿Tú te vacunarías? siempre con la condición – ‘si hubiera tal oportunidad’. Ya que para nosotros, en México, esto todavía está al nivel de la imaginación.
Todos pueden fantasear, pero hay un país que está en boca de todos: Israel. Allí, en la tierra prometida (en todos los términos), todos reciben esta milagrosa poción que salva las vidas.
En Israel no hacen tantas preguntas, la respuesta es clara: el 90% de la población cree en la vacuna y tiene prisa por conseguirla. Hoy están ya vacunados casi 3 millones de ciudadanos de los 9 millones que viven allí.
¿Cómo pudo Israel recibir una cantidad tan grande de dosis incluso antes de que comenzara la producción en masa? ¿Cómo y porqué Pfizer eligió este país en particular?
La razón es la estructura del sistema de salud de Israel.
Gracias a la existencia de 4 grandes organizaciones médicas que operan como seguros de salud, cuyo pago es obligatorio, se elabora un historial médico para cada habitante desde el momento de su nacimiento. Esta información sobre todos los residentes del país es algo excepcional para los científicos de Pfizer, son condiciones ideales para la investigación: el acceso a todos los detalles de la salud de cada persona vacunada.
Es un tesoro para que la investigación continúe y mejore el rendimiento de la vacunación. Además, es un tesoro, literal, porque al laboratorio le costaría mucho dinero obtener información tan profunda. Pero en Israel la obtienen gratis.
El acuerdo entre Israel y Pfizer es muy sencillo: Israel pone a sus ciudadanos (para el mayor experimento médico de la historia de la humanidad) con toda la información sobre los resultados, efectos secundarios, y Pfizer – da la prioridad en el suministro de vacunas, sus volúmenes y bajos precios.
Para cualquier líder del país esto podría ser un gran dilema, una enorme responsabilidad y riesgo. Pero no para un líder, cuya principal prioridad y la fuerza impulsora de cualquier decisión es su popularidad, más aún para una victoria tan atractiva como ‘Salvé a mi pueblo’ y ‘Somos primeros en el mundo’.
Aquí entra el tema del rol de la política, creo que el comportamiento político de cada país en el contexto de una pandemia pronto se estudiará en las universidades. Estamos observando miles de escenarios donde la política aprovecha la enfermedad para sus muy lejanos fines de salud. Probablemente no existe un país que tomaría decisiones sobre la salud de sus ciudadanos fuera del contexto político. Bueno, tal vez Nueva Zelanda … o Finlandia …Hoy podemos decir que prácticamente todos los líderes están balanceando entre la moral y la política. Israel no es la excepción.
La severa cuarentena para la mayoría de los residentes, se combina con un total desprecio del cumplimiento de las instrucciones del Ministerio de Salud en el sector religioso (ortodoxo).
Se realizan funerales y bodas de miles de personas, las escuelas religiosos (yeshivas) no se cierran, nadie usa máscaras. El Primer Ministro hace la vista gorda ante esto porque el conflicto con el sector ortodoxo amenaza a la coalición gubernamental. Todo esto pasa en el ambiente de las nuevas elecciones (la cuarta vez en los últimos 2 años) y el Primer -Ministro tiene muchas ganas de seguir en el poder (después de 18 años).
El estado de ánimo de los ciudadanos es contradictorio, por un lado, como cualquier estado democrático, la mayoría quiere un cambio de poder, pero por otro – hay un líder que ha asegurado la recepción de vacunas en forma masiva como ningún otro país.
Un fenómeno mundial es la actitud del pueblo hacia la vacunación.
Por lo general, existe una correlación directa entre la confianza al gobierno y la aceptación de la vacunación. En los países postsoviéticos, por ejemplo, nunca creyeron a los autoridades. Por lo tanto Sputnik inicialmente no fue muy buen aceptada, la gente no quería vacunarse. En México, es difícil correlacionar algo debido a la ausencia de la vacuna por un lado y la confianza tradicionalmente ciega al ‘doctor’, por el otro.
En Israel la mayoría de los ciudadanos corrió de inmediato a vacunarse, la única excepción es, nuevamente, el sector ortodoxo del país, que piensa en otros términos de vida y para ellos la vacuna no es un dilema médico, sino filosófico.
¿Es esta disposición de la población israelí una señal de confianza en las autoridades? No estoy segura, pero definitivamente es una señal de confianza sobre la medicina de su país.
Israel es famoso en su nivel médico, por supuesto se tomaron en cuenta los opiniones de los científicos y médicos que apoyan a la solución científica de Pfizer, pero ellos, como el mundo entero, también están bajo la influencia de la fatiga y un deseo de acabar con esta enfermedad desconocida como tan pronto como sea posible y devolver el país a su normalidad.
Pero los mismos científicos admiten que nadie sabe por cuánto tiempo esta vacuna puede proteger y cuáles son sus consecuencias a largo plazo. Aseguran los anticuerpos durante seis meses nada más. ‘Ya veremos lo que sucede’, dicen.
Entonces, ¿Qué es un gambito? ¿La estrategia que contiene el sacrificio o aceptación de los riesgos o una decisión ingeniosa en beneficio de su gente? Lo sabremos mucho después.
Por ahora la situación no se ve mal: el Ministerio de Salud israelí informa sobre efectos secundarios mínimos, el país espera volver pronto a la vida normal y … a los próximas elecciones.