Los indicadores económicos durante el mandato de 13 años de Evo Morales son positivos. Logró que el PIB creciera un promedio anual del 4.9%, redujo la pobreza del 60 al 35%, así como el analfabetismo y mejoró la distribución del ingreso. Impulsó una reforma constitucional que aseguró los derechos y amplió la representación de campesinos e indígenas en el poder público, grupo social del que es originario. Ello le granjeó la simpatía popular nacional e internacional que facilitó la aceptación a su gestión y decisiones.
Entonces, nos preguntamos, ¿por qué ahora ha tenido que renunciar y huir de su país? Al parecer, todo se debió que se aferró al poder de tal forma que su gobierno perdió credibilidad y mostró rasgos de autoritarismo; me explico:
En el 2009, Evo promovió una nueva Constitución Política que permitía la reelección de un presidente por una sola ocasión, lo que le posibilitó reelegirse. Para el 2013, en vez de despedirse, promovió ante un tribunal constitucional, que ese segundo mandato se considerara el primero, bajo el pretexto de que emanaba de la nueva Constitución y que el anterior periodo ya no contaba —como quien dice, borrón y cuenta nueva—.
Logró presentarse en el 2014 y reelegirse nuevamente, transgrediendo el mandato constitucional original. Para el 2016, convocó a un referéndum nacional para lograr una cuarta reelección a la que 51.2% de los bolivianos dijo NO. Pero Evo Morales consiguió que un tribunal constitucional a modo le permitiera reelegirse.
El pasado 20 de octubre con los sondeos en su contra¸ se postuló nuevamente y cuando el 83% de las actas le daban una ventaja de solo 7%, lo que implicaba una segunda vuelta, suspendió el conteo rápido por más de 24 horas, y comenzaron las protestas. Unos días después el equipo auditor de la Organización de Estados Americanos, OEA, concluyó que había tantas irregularidades, que recomendó nuevas elecciones, lo que Evo comenzó a condenar como ‘Golpe de Estado’ y llamó a sus partidarios a defender los resultados. Luego, aceptó celebrar nuevas elecciones, pero bajo sus condiciones que fueron rechazadas por sus opositores y la debacle se hizo presente.
Hubieron manifestaciones pacíficas que acabaron por convertirse en confrontaciones entre ambos grupos, con resultados muy negativos, donde se habla de varios muertos. La policía respaldó a los opositores y posteriormente las Fuerzas Armadas le pidieron su renuncia para evitar el derramamiento de sangre.
Trágico final de un mandatario qué pudo haber terminado bien, pero que la ambición y la obsesión por seguir en el poder, lo convirtió hoy en un exiliado en nuestro país.
Me despido de ustedes y los invito a seguirme en Twitter, @Cristinalcayaga