Hoy en día damos por hecho que podemos enviar mensajes, ver películas, hacer compras o trabajar desde cualquier lugar gracias a Internet. Pero detrás de esta red global hay una historia sorprendente que comenzó como un experimento militar en plena Guerra Fría y evolucionó hasta convertirse en el sistema nervioso del planeta.
De ARPANET al Internet moderno
El origen del Internet se remonta a finales de los años 60, cuando el Departamento de Defensa de Estados Unidos creó ARPANET, una red de computadoras diseñada para resistir ataques y mantener la comunicación entre instituciones científicas. Su objetivo no era conectar al mundo, sino garantizar que las comunicaciones no se interrumpieran en caso de un conflicto nuclear.
Lo revolucionario de ARPANET fue el uso del conmutado de paquetes, un método para dividir la información en fragmentos que viajan por diferentes rutas y se reensamblan al llegar a destino. Esta idea, hoy base del funcionamiento del Internet, contrastaba con los sistemas tradicionales que dependían de una sola línea directa.
Los años 80: nace el protocolo TCP/IP
En 1983, ARPANET adoptó el protocolo TCP/IP, desarrollado por Vint Cerf y Bob Kahn, lo que permitió que distintas redes pudieran comunicarse entre sí. Este momento marcó el nacimiento del Internet tal como lo conocemos. Pronto se sumaron redes académicas y gubernamentales, creando una estructura descentralizada y robusta.
El gran salto: la web de Tim Berners-Lee
En 1989, el físico británico Tim Berners-Lee propuso un sistema para compartir información entre investigadores del CERN: la World Wide Web. Su idea era crear un sistema de hipertexto accesible desde cualquier nodo de la red, utilizando navegadores y enlaces.
En 1991, la web se abrió al público. En pocos años surgieron los primeros navegadores gráficos, como Mosaic y Netscape, y con ellos una verdadera explosión de sitios web, correos electrónicos y foros.

La era del Internet comercial y social
A finales de los 90, el Internet se volvió comercial. Empresas como Amazon, Yahoo y eBay nacieron en ese entorno. Luego, en la década de los 2000, llegaron las redes sociales, los teléfonos inteligentes y el Internet móvil, transformando radicalmente la forma en que nos comunicamos y consumimos información.
Hoy, servicios como Google, YouTube, WhatsApp o TikTok forman parte esencial del día a día de miles de millones de personas, mientras tecnologías como el 5G y la inteligencia artificial apuntan a nuevos cambios disruptivos.
¿Hacia dónde vamos?
El Internet del futuro será más rápido, más inmersivo y posiblemente más fragmentado. Con conceptos como el metaverso, la web descentralizada (Web3) y la conectividad global vía satélites, estamos entrando en una nueva fase donde la privacidad, la seguridad y la libertad digital serán temas clave.