El pintor francés que hizo de Puerto Morelos su hogar; Su obra es una rica mezcla del arte contemporáneo: por un lado, una obra muy refinada en el sentido clásico, sin descuido, ni sencillez, una técnica depurada y, por otro lado, un corazón palpitante, lleno de enigmas subjetivos, que ofrece un seductor sentido de calidez e intensidad.
Quienes amamos las formas y nos deleitamos con sus infinitas posibilidades reconocemos esa peculiar certeza de encontrarnos como en casa en los cuadros de Denis Urbain Pengam. Nacido en la Francia de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, formó parte de ese airado movimiento artístico que buscaba revivir y encontrarse como los hijos de la ocupación, y reencaminar la identidad propia de su país, pero también la búsqueda de una identidad personal.
Esta búsqueda lo llevó a viajar por todo el mundo, conociendo lugares exóticos e involucrándose en mundos tan ajenos a lo que había vivido en su tierra natal, lo cual se refleja en su obra. La pintura de Denis, con su uso de fracturas en un orden de un espacio pintoresco, fortalece el énfasis en sus excelentes composiciones. Por supuesto, en el sustento estructural de su obra se puede observar la herencia de maestros como Cezane, Paul Klee y Picasso, quienes se preocuparon de alguna manera por recuperar las características del primitivismo.
Rodeado de colores vibrantes y exotismo
Hijo de un diplomático francés, desde muy pequeño Denis Urbain estuvo rodeado de colores vibrantes y exotismo. Parte de su infancia transcurrió en Vietnam, donde desarrolló su admiración por la cultura asiática. Su juventud la vivió en París, donde formó parte de colectivos estudiantiles del movimiento del 68. Colaboró creando posters y afiches en pro del movimiento.
Estuvo en medio de toda esa efervescencia febril, de esa generación de jóvenes que buscaron un cambio en el mundo en el que vivían y que se replicó en tantos países alrededor del mundo. Denis Urbain estudió arquitectura; sin embargo, su gran pasión fue siempre la pintura, por lo cual estudió al mismo tiempo artes plásticas a escondidas de su familia, teniendo que trabajar para pagar sus estudios.
Fue su trabajo como arquitecto el que lo hizo llegar a tierras americanas, trabajando en países de Centroamérica. En El Salvador conocería a su esposa Daisy Flores y formaría posteriormente una familia en México. Su arribo a tierras mexicanas se dio en 1980 y en 1985 experimentó el terremoto de la Ciudad de México.
Para septiembre de 1986, Denis decidió asentarse con su familia en el pacífico poblado de Puerto Morelos, donde fundó Acamaya Reef (inicialmente hotel, ahora locación de bodas) continuó su prolífico legado como pintor a la orilla de su amado mar Caribe.
Ahí vivió en paz sus últimos años, rodeado de pinceles, y las maravillas de una tierra casi virgen que se abría como un paraíso prodigioso a la mirada del creador que cruzó el Atlántico y cerró, apaciblemente los ojos en medio del color turquesa del Caribe.