Sí, a nadie nos gusta hablar de ello… la verdad ‘divorcio’ es una palabra horrible. Sin embargo, sí es necesario hablarlo, al ser la generación de padres zopilotes con mayor tasa de divorcios en la historia de la humanidad. El divorcio duele y lastima, pero se debe hablar sobre él pues existe y cada vez más.
Es un hecho, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) cada año la estadística de divorcios aumenta, por ejemplo, en 2018 aumentó 6.5 por ciento el número en México al pasar de 147 mil en 2017 a 156 mil 556; aunado a ello, en tiempos de pandemia, pérdida de empleo, cambio de la configuración del mundo y muchas situaciones apremiantes a nivel mundial, el año 2020 se calcula sea un aumento aún mayor en las separaciones legales o divorcios.
Estas situaciones cambian por completo a las familias, puesto que cada vez existen más papás y mamás zopilotas quienes reclaman su derecho de amar de nuevo y vivir en pareja, por lo que las familias mixtas cada vez suceden más. ¿Qué es una familia mixta? Una familia donde hay hijos de un matrimonio, de otro, hijos en común y todos conviven, o al menos, tratan de hacerlo…
Vuelvo a repetir, a nadie nos gusta hablar de estos temas y a todos nos gustaría que los matrimonios, lo cuales además cada vez son más caros, durarán para siempre. Sin embargo, una de las motivaciones del siglo XXI es el individualismo, la búsqueda de la propia felicidad y el aprovechamiento al máximo de nuestra propia vida, lo cual lleva a que las personas evitemos las relaciones tóxicas, abnegadas, de renuncia y de maltrato y así se pongan fin a las familias, cuyas parejas que la conforman, no son felices juntas.
En fin, el tema es que los cuervitos viven esta epidemia de zopilotes divorciados. Viven situaciones de enamoramiento-desenamoramiento de sus padres. Viven tratando de estrechar lazos con sus progenitores creando relaciones por separado, aunque en algunos casos todos pueden seguir conviviendo (al menos en ocasiones especiales) y hay otros que ni en esas fechas pueden hacerlo. Viven haciendo fuertes sus amistades, donde encuentran las fuerzas que necesitan para enfrentarse a los problemas propios de dividir su corazón, donde suelen encontrar aliados con situaciones similares que los llevan a sentir empatía, compasión y complicidad.
Los cuervitos, sin duda, son una generación de niños, niñas y jóvenes fuertes quienes maduran en proporción directa de sus propias circunstancias. Los zopilotes, por nuestra parte, somos cada vez más abiertos ante la posibilidad de volver a amar y compartir nuestra vida con alguien más, tratando en la medida de lo posible, de no lastimar con ello a los cuervitos. Sin embargo, el amor es un volcán impredecible, el cual a veces resulta placido y otras intempestivo; algunas veces es tranquilo y otras arrebatado; algunas veces resulta y otras tantas no… por lo que los cuervitos también pueden llegar a lidiar con los corazones rotos de sus papás zopilotes en esa nueva oportunidad de amar.
¿Esto es una crítica? No para nada, si lo fuera, me estaría dando yo misma un balazo en el pie… esto es una reconstrucción de hechos ante la realidad que hoy vivimos y que se atenúa con la pandemia que ha desatado más hogares rotos, más relaciones lastimadas y más emociones recalcitrantes que generan mucha complejidad en la convivencia familiar, por lo que debemos más que nunca evocar la prudencia, el respeto, la generosidad, el perdón, la tolerancia, el amor y la compasión, tanto hacia la pareja o ex pareja, como para los hijos, nuestros amados cuervitos.
¿Podríamos volver al pasado donde el vínculo de permanencia indestructible de los padres constituyera familias duraderas? La verdad no lo creo.
¿Podríamos evitar una ola de divorcios en las futuras generaciones? Tampoco lo creo. Pues considero que en el periodo de transición como humanidad en el que nos encontramos, donde venimos del oscurantismo y el machismo de siglos atrás, hacia la evocación de la individualidad y el feminismo que jamás volverá a retroceder hacia el maltrato; es cómo si dos equipos opuestos jalaran la cuerda y fuera ganado -por supuesto- por el lado feminista.
No obstante, esta lucha es la transición, es el periodo de ajuste y una vez pasado, las nuevas relaciones de pareja se construirán en base a la honestidad, la justicia, la igualdad en derechos y obligaciones y en la posibilidad de terminación de la relación como motivación permanente para dar el 100% de los días, creando así parejas conscientes quienes se aman, atienden y cuidan, y entonces sí, entonces ahí, será posible permanecer por largo tiempo y en paz.
Mientras tanto, a cuervitos y zopilotes, tocados por la mano del divorcio no nos queda más que tomar esta ‘horrible palabra’ como nuestro mejor maestro y de ahí aprender, sacudir, adoptar y volar con alas nuevas que nos permitan nuestro constante avanzar.
¿Tú, qué piensas? Te leemos.