Para un grupo importante de personas, la reactivación económica se está volviendo más importante, que el riesgo de contagio por el coronavirus. Una encuesta realizada por ‘Consulta Mitofsky’ indica que el 41.8% de los encuestados tienen más miedo del impacto de la cuarentena en su economía que al contagio o a ser víctimas de un delito. Solo el 33.2% dice tener más miedo al virus. También 60% está a favor de que se abran fábricas y establecimientos -lo que habla de la necesidad- pero simultáneamente un promedio del 80% expresan su rechazo a que se abran escuelas, restaurantes, bares y espacios públicos deportivos, y en menor medida, parques y jardines. Irónicamente un 62% manifiesta su miedo a morir por la enfermedad. Esto demuestra una disparidad ante distintas preguntas que podrían interpretarse como la falta de claridad en muchos para entender la pandemia.
Es lógico que con el paso de las semanas el confinamiento se haga más pesado y la gente esté desesperada por dejar atrás esta etapa y sobre todo por volver a trabajar y tener ingresos; sin embargo, esta ansiedad por regresar a la normalidad tiene efectos negativos pues hay quienes se relajan y dejan de tomar en serio las medidas de sana distancia; salen a la calle pensando que ya no corren riesgo, cuando en realidad estamos en el momento más elevado de contagios y decesos. Vemos imágenes de tráfico vehicular en las calles; transporte público repleto de personas y varias muestras donde los usuarios no toman precauciones ni protección de manera que pueden contagiarse o infectar a otros.
No se dan cuenta que solo están provocando que la fecha para el inicio paulatino de actividades productivas se vaya aplazando; pues primero se dijo que sería a principios de junio y ahora se retrasó al 15 de junio; A este paso el regreso podría irse hasta julio si no reforzamos las medidas del confinamiento.
La única manera de comenzar el regreso a la normalidad es reducir el número de contagios, lo que se conoce como ‘aplastar la curva’ y esto es posible únicamente si extremamos las medidas de sana distancia y quedándonos en casa. No es un capricho ni un invento; estamos a nada de lograrlo y como dice el dicho: ‘no hay que romper el ayuno al cuarto para las doce’. Si no hay salud, no se puede trabajar; no se pueden generar recursos, y si no hay salud, todos perdemos. Se los recomiendo nuevamente, quédense en casa.
Me despido y les invito a seguirme en Twitter @Cristinalcayaga.