La mejor forma de cuidar tu piel es dándole el mantenimiento y requerimientos necesarios a tus necesidades, de ahí la importancia de conocer tu tipo de piel.
Piel seca
La piel seca es la más propensa a las arrugas y manchas. Se caracteriza por ser tirante, rugosa y apagada. El tratamiento para la piel seca debe ser altamente hidratante y nutritivo. Utiliza leche limpiadora, tónico y una crema hidratante.
Refuerza el contorno de ojos y labios con productos específicos. Estas zonas son las más afectadas en estas pieles.
También puedes recurrir a cremas que contengan glicerina, vaselina y aceite mineral, además del factor de protección solar.
Asimismo, utiliza tratamientos antioxidantes (para combatir los radicales libres) y aplica alrededor de los ojos algún producto con retinol. Se recomienda el uso de limpiadores emolientes y exfoliarse 1 vez cada 15 días.
Piel grasosa
Las pieles grasosas tienen tendencia a sufrir de acné y otras imperfecciones.
Este tipo de piel presenta una excesiva producción de sebo. Las causas se deben a factores genéticos, estrés, cambios hormonales, mala alimentación e, incluso, el clima.
La limpieza facial diaria y la exfoliación son vitales para verse radiante. Selecciona productos libres de alcohol evitando el aceite mineral y vaselina, pues pueden obstruir los poros. No olvides la crema humectante y el protector solar antes de salir de casa.
Todos los tipos de piel pueden tener acné, pero la piel grasosa es la más propensa a sufrir de este problema. El tratamiento básico contra el acné es limpiar, aplicar tónico y un producto para combatir los brotes. Si tienes problemas graves de acné acude a un dermatólogo.
Al maquillarte escoge productos con texturas en polvo, mantendrás a raya los brillos
Piel mixta
La piel mixta es una combinación del tipo de piel normal-seca y grasa.
El sol, la contaminación o el tabaquismo son factores que inciden para que tu piel se arrugue. Este tipo de piel tiende a desarrollar impurezas en la zona T (frente, nariz y barbilla) y presenta un aspecto brillante.
Lava tu cara con agua tibia. Usa crema hidratante diariamente. Una vez a la semana aplícate una exfoliante y mascarilla en la zona T (frente, nariz y barbilla).
Piel normal
La piel normal es la más fácil de tratar, pero eso no significa que debes descuidarte. Para conservar este tipo de piel es necesario utilizar productos que la hidraten y protejan. Aplica diariamente productos con protección solar, retinol y antioxidantes.
No olvides que la limpieza facial es esencial, así como las cremas que ayudan a restaurar la humedad del cutis.
Piel sensible
Este tipo de piel se debe tratar con sumo cuidado.
La piel sensible muestra muchos síntomas: picores, irritación, rojeces y son muy frágiles. Existen varios tipos de piel sensibles. Para averiguar la tuya acude a un dermatólogo.
Opta por cosméticos hipoalérgicos y libres de sustancias químicas e irritantes.
Hay líneas completas para pieles sensibles en las que el agua termal, la rosa mosqueta o la caléndula son excelentes aliados.
Siempre usa un limpiador facial suave, que contenga lípidos, un antioxidante y un protector solar SPF 30.
En la noche aplica una crema con péptido para regenerar las células de la piel o retinol para reducir las arrugas.
Si quieres mayor información para poder detectar cuál es tu tipo de piel acude a un dermatólogo.