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    OpiniónBiden en crisis, Trump feliz, AMLO también: Carlos Loret de Mola

    Biden en crisis, Trump feliz, AMLO también: Carlos Loret de Mola

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    ¿Entonces tenía razón Donald Trump? Desde que dejó el poder, su sucesor Joe Biden ha desatado un par de incendios que deben tener feliz al expresidente: la guerra Israel-Palestina, y la reconquista de Afganistán por los talibanes, el grupo que abrigó a la red terrorista Al Qaeda.

    Con este par de crisis de política exterior que animan el discurso pro-Trump -en campaña por regresar a la Casa Blanca- la administración Biden tiene poco tiempo para ocuparse de México: buenas noticias para el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien puede seguir jugueteando con las fronteras del autoritarismo sin que el vecino del norte endurezca de más su postura.

    Si alguien seguía albergando la esperanza de que el demócrata Biden fungiera como una suerte de contrapeso a la demagogia autoritaria del obradorato, y especialmente a sus desplantes estatistas en el manejo económico, los acontecimientos han dejado muy claro que Estados Unidos tiene todas las intenciones de no pelearse con AMLO y tratar de arreglar por las buenas cualquier diferendo.

    Pragmatismo puro. Si te estrenaste en el poder rompiendo la paz Israel-Palestina, si cuando estabas abandonando la plaza atestiguaste como ya recuperaron Afganistán los talibanes, si no has logrado un acuerdo nuclear con Irán, si el pleito con Rusia es cada vez más grosero y la disputa con China es cada vez más frontal (y eso que Corea del Norte no ha hecho berinche), lo que menos te conviene es encender una bronca en tu patio trasero, con un gobierno mexicano al que necesitas para que detenga los flujos masivos de migrantes y te evite otra crisis con un alto costo electoral.

    Los americanos se meten a un país de Medio Oriente con una triple misión: tumbar al dictador, instaurar la democracia y pacificar el país fomentando los derechos humanos. Normalmente sólo logran la primera. A veces ni eso. En Irak mataron a Hussein, en Afganistán sacaron a los talibanes, en Libia fue ejecutado Gaddafi y en Egipto cayó Mubarak. Y luego se puso todo peor. En Siria ni con el dictador Assad pudieron.

    Lo de Afganistán es un fracaso que merece atención aparte. Las escenas de la gente colgada de los aviones americanos en Kabul son como las de helicópteros en Saigon, Vietnam, hace medio siglo. Suceden cuando está por cumplirse el ¡aniversario 20! de la incursión armada de EE.UU. para vengarse de los atentados del 9/11. Me tocó atestiguar, como corresponsal de guerra, el acelerado paso con que los americanos barrieron del poder a los talibanes (a quienes ellos mismos habían encumbrado durante la Guerra Fría para mantener a raya a los rusos). En 20 años, los gobiernos impulsados por la potencia terminaron siendo corruptísimos y no lograron nunca pacificar el país. Ahora, buena parte de la ciudadanía anhela la mano dura de los talibanes. Y les da la bienvenida. Otros, huyen en pánico porque creyeron en América y América los dejó en las fauces del enemigo.

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