En una final llena de emociones y momentos memorables, el Club América se alzó con la victoria en la Liga MX, asegurando su decimocuarto campeonato y consolidándose como el equipo más laureado en la historia del fútbol mexicano. El conjunto americanista se impuso ante los Tigres, un equipo que anhelaba establecer su dominio como uno de los grandes del país, pero que no logró superar al rival más mediático y polémico del territorio nacional, cayendo con un marcador global de 4-1.
El enfrentamiento entre el América, el mejor del torneo regular, y los Tigres, vigentes campeones, prometía un choque épico, y así fue. El doble encuentro fue un festín de emociones, con jugadas destacadas, brillantes actuaciones y roces propios de una final. En las filas de los Tigres figuraban tres exjugadores formados en Coapa: Diego Reyes, Diego Lainez y Sebastián Córdova, este último un jugador incomprendido y el último «10» mexicano del club, aunque su incidencia en la final de ida fue limitada.
El ídolo de los Tigres, André-Pierre Gignac, quien había atravesado la liguilla con lesiones, no pudo brillar como acostumbra, a excepción de un remate acrobático que no se tradujo en gol.
Los Tigres, un equipo respaldado por la empresa cementera Cemex, habían acumulado seis títulos desde principios de la década de 2000, obteniendo su último campeonato al vencer a las Chivas de Guadalajara en mayo pasado. Parecía una dinastía imponente, con figuras como Gignac, el portero Nahuel Guzmán y Guido Pizarro como líderes espirituales, y la oportunidad de vencer en las finales a los dos gigantes del fútbol mexicano. Sin embargo, el América demostró ser un desafío distinto al Guadalajara, resistiendo los embates rivales hasta encontrar las grietas necesarias para su triunfo.
La expulsión de Fulgencio de los Tigres, tras un incidente con Julián Quiñones, marcó un punto de inflexión que llevó el partido a la prórroga. En esos minutos adicionales, el Estadio Azteca se convirtió en un hervidero de emociones. Julián Quiñones capitalizó errores defensivos para marcar el gol decisivo, seguido de la expulsión de Nahuel Guzmán, quien perdió la compostura y recibió su segunda tarjeta amarilla. En medio del caos, el portero argentino optó por presenciar el desenlace del juego desde detrás de la valla publicitaria. Richard Sánchez y Jonathan Rodríguez sellaron la victoria, desatando la euforia en las filas americanistas y la frustración en los Tigres, que terminaron el partido con nueve jugadores en el campo.
Este encuentro también marcó la despedida de Miguel Layún, un defensor que superó limitaciones y errores para ganarse un lugar en el América, jugar en Europa y representar a la selección mexicana durante algunos años. Con 35 años, se prepara para liderar la versión latinoamericana de la Kings League, pero no sin antes levantar una vez más el trofeo de campeón con el América.
La gesta épica del Club América llega tras procesos interrumpidos de Santiago Solari y Fernando Ortiz, quienes estuvieron cerca de alcanzar la final en sus respectivos mandatos. En su primer torneo al mando, el entrenador brasileño André Jardine llevó al América a la gloria, bajo la atenta mirada de Emilio Azcárraga, cuyas 14 copas americanistas amplían el legado de un equipo respaldado por su propia televisora y que demuestra su grandeza en el terreno de juego.
A lo largo de México resonará un eslogan que encapsula la identidad del América: «Ódiame más». En la actualidad, nadie puede negar que son los mejores y que su victoria en esta final es un capítulo más en la rica historia de éxito del equipo más laureado de México.