De algo tenemos que hablar
Ese día había finalizado de reportear notas y estaba llegando a la redacción del diario para el que trabajaba en ese entonces a escribir mi avance informativo. Recuerdo que Elizabeth Ruiz, amiga y fotógrafa, que me acompañó en mis labores durante el día, me comentó: “voy y vengo rápido, debo de ir a tomarle fotos a un cantante”
Yo, más por cortesía que por genuino interés le pregunte sobre el nombre del cantante y ella me dijo: “un tal Rodo Páez…”
Detengo de escribir en mi computadora y le digo: ¿Fito Páez?…
“Si, ese mismo”, me responde Elizabeth.
Fito Páez para mí, es mí cantante latinoamericano más importante. Por reacción, ahora si genuina, le dije: “¡Llévame!” y ella accedió, no sin antes decirme que no era seguro, pues el acceso estaba muy limitado.
Solo tomé mi cámara y me fui con ella a un hotel en la Zona Hotelera de Cancún.
Al bajar del auto Elizabeth me dice: “ahí esta Vicente, es el director de Cancuníssimo, él es quien puede hacer que entres a la entrevista con Fito”.
Camino por el lobby del hotel y lo veo platicando. Llegamos hasta él y Elizabeth le dice:
“es el Matus, es amigo fotógrafo y pues es fan del cantante, y quería ver si podría acompañarnos, puede tomar video”.
Vicente me mira y me dice: “Mariposa tecnicolor”
Yo le respondo: “tumbas de gloria”
El regresa con: “el amor después del amor”.
En ese duelo de ajedrez, reviro con: “Al lado del camino”.
Y después de otro cruce títulos de canciones de Fito Páez, él sonríe y me dice: “vaya, sí que eres fan; ahorita vemos como le hacemos para que entres a la entrevista”.
Luego de varios momentos en que los representantes del cantante hablaron con Vicente, no quería que entrará más que él, incluso le dijeron que las preguntas loas podía mandar vía correo electrónico, pero Vicente se enterco.
“O dejan pasar a mi fotógrafo (refiriéndose a mí, que tenía literalmente 5 minutos de que me había conocido) o no publicamos nada”, señaló tajante.
Los representantes de Fito Páez titubearon y nos dejaron pasar. Al final, tuvimos las fotos y la entrevista, y ese día fue cuando conocí a Vicente, de Cancuníssimo, menudo personaje.
También ese día le marqué a mi esposa emocionado contándole que había conocido a mi cantante favorito y ella sólo me dijo: “Ay Carlos, espero no hayas gritado como fan desquiciado” y yo solo le dije: “¿Lo dudas?”.
Ahora, este 13 de abril la revista cumplió 30 años desde su presentación esa noche de 1991 y en sus páginas se han impreso de forma viva la historia de un destino y su gente de forma excepcional, al punto, que, para mí que soy un erudito de los datos necesarios (y a veces innecesarios, pero divertidos) me he pasado horas hojeando las revistas de archivo y descubriendo desde una forma íntima la historia de lo que hoy en día es mi hogar: Cancún.
Porque sí, en esas curiosidades del destino he acabado trabajando en esta revista, desde donde me ha tocado sumar a la visión de Vicente y de su hermana Margaríssima y de quienes he aprendido y reconocido las virtudes que le han impregnado a este producto editorial que ha resistido a tantas crisis que han hecho palidecer a otros.
He aprendido las virtudes de Vicente, de un soñador incansable, que trabaja más de lo que sueña. No deja las cosas en el tintero. Su cabeza es un estado constante de ebullición de ideas, que cuando estamos en juntas me tomo a la tarea de ‘cacharlas’ en el aire y aterrizarlos.
Es en momentos como esos que comprendo el espíritu de Cancuníssimo y a menudo Vicente señala: ‘aquí lo importante es la gente’.
Y ustedes se preguntarán “¿Por qué Carlos habla de Vicente?”, pues fácil. El señor es tan terco que, en estos 30 años de la revista, mientras que en otros lugares se harían editoriales sobre los fundadores, exaltando los logros, él ha negado rotundamente aparecer en su propio producto. Alejado de los reflectores narcisistas de otros directores generales, así pues, aprovecho estas líneas para contarles un poco sobre él.
Al final de las cosas, creo que hemos trabajo bien juntos por que entre fan´s de la buena música hay un hilo creativo que une, y lo hemos canalizado en la revista.
Así pues, felicidades Cancuníssimo, felicidades Margaríssima, felicidades Vicente, aquí seguiré leyendo las páginas para entender la historia de Cancún que ustedes han preservado y continuado, siempre ‘al lado del camino’, sin protagonismos narcisistas, sino dándole la importancia a la gente que ha formado este paraíso.