Heroínas olímpicas en conjunto con el Comité Olímpico Internacional permitieron que este año se logren los juegos más feministas de la historia
A pesar de que falta mucho por trabajar, es de reconocer que en los juegos olímpicos dejó huella el feminismo. De acuerdo con Cosmopolitan en Tokio 2020 hay casi un 49% de atletas mujeres, siendo la cifra más alta en la historia de los juegos.
Parte de lo anterior es fruto del gran esfuerzo que Alice Milliat realizó desde 1920 cuando ante la negativa de los organizadores de ese entonces a incluir mujeres se vio obligada a crear competencias en las que las mujeres se desempeñen hasta ejercer tanta presión al comité de los juegos para que las permita desempeñarse en los juegos olímpicos.
Este año en Tokio 2020 se han estrenado nuevas disciplinas deportivas: béisbol y ‘softbol’, kárate, ‘skateboarding’, escalada deportiva y surf, y todas ellas, –excepto béisbol y ‘softbol’–, con el mismo número de deportistas mujeres y hombres.
Grandes momentos durante Tokio 2020
De igual forma hubo atletas que volvieron medallistas olímpicas a sus países por primera vez, como Polina Guryeva, de Turkmenistán, con plata en halterofilia; y Alessandra Perilli, tiradora que ganó el bronce para San Marino. También estuvieron quienes ganaron las primeras medallas de oro para sus países, como Flora Duffy en triatlón, para Bermudas; y en halterofilia Hidilyn Díaz, de Filipinas.
Otro gran momento durante los juegos fue cuando la ganadora de la medalla de plata en lanzamiento de peso Raven Saunders, levantó sus brazos en forma de cruz de manera simbólica para representar ‘la intersección donde se encuentran todas las personas oprimidas’. Cabe resaltar que la regla 50 de la Carta Olímpica prohíbe las manifestaciones durante los juegos, lo anterior para que permanezcan en la neutralidad.
Igual es importante resaltar la lucha que el equipo noruego femenil de balón mano tuvo que afrontar por una injusta multa que se le impuso cuando se negaron a utilizar bikini. Las deportistas alzaron la voz calificando la medida como un acto que las sexualiza (pues los hombres sí pueden utilizar pantaloncillos) y que además les resta confort al momento de desempeñarse.