La invitación extendida por Claudia Sheinbaum al presidente de Rusia, Vladimir Putin, para asistir a su toma de posesión como presidenta de México el próximo 1 de octubre ha generado una reacción inmediata por parte de Ucrania y Estados Unidos. Ambas naciones han manifestado su preocupación ante la posible presencia de un líder acusado de crímenes de guerra en un evento de gran relevancia política y diplomática para México.
La postura de Ucrania
La embajada de Ucrania en México no tardó en pronunciarse sobre la invitación. En un comunicado, reconocieron que México, al igual que otras naciones, ha extendido invitaciones a sus socios diplomáticos, incluido el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. No obstante, la representación ucraniana subrayó que Vladimir Putin enfrenta una orden de arresto internacional emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) bajo acusaciones de secuestro y traslado forzoso de niños ucranianos a Rusia.
El comunicado de la embajada ucraniana expresa su confianza en que el Gobierno de México cumplirá con las obligaciones internacionales y, en caso de que Putin decida asistir a la ceremonia, proceda con su detención y entrega a la CPI en La Haya. Este llamado pone en evidencia la delicada posición en la que se encuentra México, al estar entre sus obligaciones diplomáticas y sus compromisos con la justicia internacional.
La reacción de Estados Unidos
Por su parte, Estados Unidos también se ha manifestado respecto a la invitación. Un portavoz del Departamento de Estado expresó que la presencia de un «autócrata» como Putin en la toma de posesión de Sheinbaum podría empañar lo que debería ser una celebración de la democracia y una transición pacífica del poder. Aunque reconocen que México tiene la soberanía para decidir a quién invitar a sus eventos oficiales, advierten que la participación de un líder con la carga política y moral de Putin podría restar valor a la ceremonia.
Contexto histórico de las relaciones entre México y Rusia
La relación diplomática entre México y Rusia ha sido constante desde 1980, aunque ha tenido altibajos en diferentes periodos. La visita de Vladimir Putin a México en 2004, durante el mandato de Vicente Fox, marcó un hito en la relación bilateral, siendo la primera visita de un mandatario ruso postsoviético a América Latina continental. Desde entonces, los contactos entre ambas naciones han continuado, con encuentros entre altos funcionarios en diversos foros internacionales y visitas oficiales.
La última interacción significativa entre ambos países ocurrió en 2021, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo una conversación telefónica con Putin en el contexto de la pandemia de COVID-19. Estos antecedentes subrayan una relación compleja, que ahora se ve desafiada por las circunstancias actuales.
Implicaciones para México
La posible asistencia de Putin a la toma de posesión de Sheinbaum coloca a México en una posición delicada a nivel internacional. La decisión que tome el Gobierno mexicano, ya sea para permitir la entrada del líder ruso o para cumplir con la orden de la CPI, tendrá repercusiones significativas en su reputación diplomática y en sus relaciones con otras naciones, particularmente con aquellas que ven a Putin como un criminal de guerra.
En este escenario, la postura que adopte México no solo será una prueba de su diplomacia, sino también de su compromiso con la justicia internacional y los valores democráticos que promueve.