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    Los pilares de nuestra historia

    Opinión

    Los 30 años de vida editorial de Cancuníssimo no hubiesen sido posibles sin el compromiso y la pasión de muchos hombres y mujeres que han cruzado las puertas de nuestras oficinas, sumando al esfuerzo total su dosis diaria de empeño y creatividad.

    Testigos de cientos de acontecimientos únicos en la historia de nuestra ciudad, también lo han sido en la vida editorial de la revista. Desde que llegaron, juntos suman 100 años de experiencias de trabajo, historias, risas, alegrías y retos. Resultan imprescindibles para entender el corazón que sigue latiendo en nuestras páginas. Se han convertido en la historia viva de Cancún y de Cancuníssimo: Rucel, Sandra, Rosy y Lole, son indudablemente, pilares de nuestra historia.

    Los pilares de nuestra historia
    Rucel Itzá Cohuó

    El primero en llegar fue Rucel Itzá Cohuó, quien entró por primera vez a las puertas de Cancuníssimo en junio de 1992. Tenía 18 años; se dedicaba a la fabricación de guayaberas en su pueblo natal, Kimbilá, Yucatán. Fue ahí donde conoció a Margarita Álvarez, Margaríssima, quien lo incitó a emprender la aventura en el destino turístico. Como todo joven, Rucel vio la oportunidad de conocer nuevas cosas en el Caribe, y aceptó. Han pasado ya 29 años. “Lo que Cancuníssimo me ha dejado es la posibilidad de conocer Cancún y toda la Riviera Maya; y hacerme de amigos, entre ellos a muchos colaboradores que han pasado por la revista”, confiesa Rucel, de talante calmado, siempre dispuesto a ayudar, quien ha permanecido sin inmutarse a lo largo de los años.

    Sandra Lucía Pérez Cordero

    Sandra Lucia Pérez Cordero llegó unos años después, a principios de febrero del 97. Lo hizo a través de un anuncio de un periódico, donde se solicitaba auxiliar administrativa. Esta decisión fue trascendente en su vida, al punto que todavía se acuerda perfectamente de la fecha: 7 de febrero. Al paso de los años, Sandra se posicionó como la persona de total confianza para el grupo editorial. De sonrisa franca y pocas palabras, su buen humor se mimetiza con su dedicación para hacer las cosas de la mejor forma posible. Su labor, tras un escritorio, es mucho más amplia de lo que se podría aparentar. “He aprendido muchas cosas, no solo de mi especialidad. Cancuníssimo me deja muchas enseñanzas y satisfacción, además de poder conocer a muchas personas que se han convertido en amigos”, señala de forma sencilla.

    Rosa Nava Herrera, ‘Rosy’

    Rosa Nava Herrera, Rosy, ingresó a la revista en marzo de 1998, iniciando medio tiempo en el área editorial, donde realizaba capturas de textos que los colaboradores entregaban escritos a máquina. Poco a poco comenzó a moverse en otras áreas, hasta llegar a la de administración, donde se volvió parte fundamental de esta. Conoce la historia contable de Cancuníssimo; ha sorteado, con su característico humor, alegre y ligero, los retos administrativos que la revista ha enfrentado durante las crisis que se cuentan en la historia de Cancún. Orgullosamente quintanarroense, confiesa: “Para mí, Cancuníssimo es el lugar donde he encontrado, entre mis compañeros de trabajo, a mis grandes amigos y amigas. Han sido un gran apoyo en muchos momentos de mi vida”.

    María Dolores Velarde Valois

    María Dolores Velarde Valois empezó a trabajar en Cancuníssimo en octubre de 1998, luego de una invitación de Vicente y Margarita Álvarez, a quienes había conocido un par de años atrás. Dedicada al área de comercialización y ventas, Lole, como es conocida con cariño, valora los momentos que ha vivido en esta aventura editorial. “Han sido años de experiencia y aprendizaje; he conocido personas muy interesantes, he vivido cosas increíbles y muchas alegrías. Se me ha ido volando el tiempo. Ahora me llena de orgullo el ver crecer la revista y ver cómo ha logrado permanecer en el gusto de la gente, alcanzando lo que le parecía imposible”, dice pausada, siempre trasmitiendo serenidad en la voz y en el semblante.

    Los cuatro coinciden en que la mayor virtud de la revista ha sido crear una comunidad de amigos que, a lo largo de los años, se convirtieron en familia. Ahí, en la rutina diaria, en el ir y venir de las ventas, atender llamadas, organizar las cuentas, entregar las revistas, la vida se llena de experiencias, anécdotas, retos y compromisos. Sobre todo que -y la cotidianeidad lo ha demostrado tantas veces-, trabajando unidos se pueden alcanzar todas las metas.

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